El CORE o Powerhouse es la parte del aparato loco constituida por la musculatura abdominal y lumbar. Algunos autores amplían este concepto a otros músculos que se dirigen a las extremidades como el dorsal ancho (hacia arriba) o el glúteo (hacia abajo).
En nuestro caso vamos a considerar el CORE desde un punto de vista más estricto y consideramos músculos de esta zona al rector anterior del abdomen, oblicuo mayor y menor, transverso abdominal y cuadrado lumbar.
Estos músculos forman un cinturón en el que las fibras están colocadas de manera vertical en el recto anterior (al frente) y formando una “X” en los oblicuos en la zona lateral (más bien una especia de espiral) y otra “X” (también espiral) en el cuadrado lumbar que forma la parte lateral trasera.
Estos músculos cuando realizan una contracción isométrica sirven para estabilizar el tronco. Al acortarse presionan las vísceras que, a su vez, empujan el diafragma y el tórax hacia arriba. Este conjunto de efectos hace que el torso se convierta en una pieza sólida, en un bloque que puede ser la base para otros movimientos de las extremidades.
Trasmisión de fuerzas por el CORE
El CORE, además de la función comentada anteriormente, no sólo es una base sólida para que se apoyen los brazos y piernas sino que es un perfecto sistema de transmisión de fuerza desde las extremidades inferiores a las superiores y viceversa.
La inclinación de muchas de las fibras musculares, el hecho de que la musculatura forma una especie de como estrechado por el centro (que es la cintura), algo así como una espiral abdominal, permite que estas fuerzas puedan transmitirse desde una extremidad a la del lado contrario.
Movimientos cruzados y sistema de transmisión
Los movimientos deportivos suelen tener movimientos contrapuestos de las extremidades inferiores y superiores; las fuerzas de tensión pasan del lado derecho al izquierdo y viceversa. Por ejemplo, en el golpeo de tenis, en la natación estrilo “crawl” o en el “chut” de una pelota siguen este patrón.
Tomemos el golpe de “drive” en el tenis. El pie atrasado es el que se apoya con más fuerza y el hombro y brazo adelantados golpean la pelota. El apoyo posterior soporta más peso y el suelo ejerce una fuerza contraria (de reacción) según las leyes de la mecánica. La tensión se transmite por el tríceps, los isquiotibiales, los cuádriceps y los glúteos.
En esta zona, que es donde está la pelvis, la tensión cambia de lado por la aponeurosis lumbotorácica de la que forma parte el gran dorsal. También cambian la dirección de la tensión el cuadrado lumbar y los oblicuos. Gracias a todo este mecanismo, la fuerza de una extremidad se dirige hacia la extremidad contraria; en este caso, de la pierna al brazo.
Siguiendo en el ejemplo, las fuerzas se transmiten por el hombro, brazo, antebrazo y muñeca. En resumen, la fuerza para golpear la pelota viene desde el suelo y por este motivo es por el que tiene tanta importancia el juego de pies en la competición deportiva.
Efecto elástico en el gesto deportivo
El mecanismo diagonal de transmisión de fuerzas no solamente sirve para hacer llegar la fuerza de las extremidades inferiores a las superiores (o viceversa en deportes como la escalada o gimnasia). La posición neutral, en pie, con los brazos colgando es la de mínima energía. La musculatura abdominal está relajada y por tanto ni contraída ni estirada.
Al iniciar el gesto deportivo, nos “cargamos”, es decir, preparamos el “chut” o el golpe de “drive”. Esa carga consiste en estirar los músculos, tendones, ligamentos y aponeurosis que acumulan energía elástica, mecánica.
Si nos imaginamos el CORE como dos aros, la pelvis y la base del tórax con el diafragma, que están conectados entre sí por gomas, el punto en que las gomas están en su posición neutral sería el estado de reposo.
Si hacemos girar un aro sobre el otro, las gomas empezarán a estirarse y tensarse por lo que acumularán energía elástica. Así es como se produce la fase de carga, la “pre-tensión” de un gesto deportivo.
Cuando se pone en marcha el proceso de golpeo o patada (la parte activa o positiva) los músculos activos como los cuádriceps, pectorales, bíceps, gemelos, etc. se contraen.
Para preparar que la explosión de energía muscular sea eficaz, el CORE se contrae de forma isométrica para dar una base sólida a las acciones musculares e inmediatamente se libera la energía elástica acumulada en todas los elementos y zonas del aparato locomotor que se han “pre-cargado”.
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La actividad muscular más la liberación de la energía elástica acumulada producen un movimiento de giro global del tronco, acompañado por los movimientos de las extremidades que dan al gesto deportivo su potencial final.
Podemos ver, en resumen que el CORE cumple varias funciones en el movimiento
- Estabilizar el tronco
- Dar una base estable para los movimientos de las extremidades
- Participar en la transmisión de fuerzas de las extremidades superiores a las inferiores
- Transmitir tensión de un lado hacia el contrario en los movimientos con torsión
- Acumular y liberar energía elásticas para dar mayor potencia a los movimientos
Otras funciones no estrictamente relacionadas con el movimiento son:
- Mantener las vísceras abdominales en su sitio
- Ayudar a ejercer presión en las funciones de evacuación
- Controlar la postura especialmente la alineación de la columna vertebral
- Facilitar la respiración abdominal
Entrenamiento del CORE
Como puede verse, las funciones del segmento central del cuerpo son esenciales. Por este motivo no podemos dejar de fortalecer toda esta musculatura, especialmente los músculos que son más tónicos que tienden a debilitarse como los abdominales.
Además, debemos garantizar que la zona del CORE es lo suficientemente móvil como para poder acumular ese energía elástica de la que se ha hablado. Finalmente debemos adquirir conciencia de esta parte del cuerpo, especialmente de los músculos más profundos como son el transverso abdominal y el cuadrado lumbar.
Un desequilibrio muscular en esta zona o una restricción al movimiento por antiguas lesiones puede desembocar en una lesión a distancia difícil de diagnosticar. El deportista que se cuida tiene mayores posibilidades de rendir más, ser más eficiente en sus movimientos y tener menos lesiones.