Las Ásanas son posiciones del Yoga físico. Su objetivo es colocar al cuerpo en una posición en la que las chacras se alinean de manera que la energía vial fluye. De esta manera los bloqueos a la circulación que pueda haber se liberan y el individuo se encuentra mejor, con más energía.
Se trata posturas corporales que tienen como objetivo actuar sobre el cuerpo y la mente.
Las Ásanas en Yoga
Las Ásanas son, en general posturas estáticas que se realizan con lentitud, tanto al hacerlas como al deshacerlas. El momento clave de la Ásana es mantenernos estáticos, respirar lenta y conscientemente y la atención mental o estado receptivo al entorno.
Cuando hablamos de Ásana o “postura” en yoga, debemos entender que su ejecución, la práctica, nos lleva a un entendimiento más profundo y detallado que cuando hablamos de una acción física como tal.
Si bien sabemos que hay musculatura que se contrae y otra que se estira en cada acción, la Ásana se debe comprender desde fuera hacia adentro y de dentro hacia afuera.
Esta es la componente energética o vital de la Ásana y que no puede explicarse por la ciencia occidental.
Al construir la Ásana se ponen en tensión músculos, tendones, huesos, ligamentos. Algunos músculos se contraen y otros se estiran pero en conjunto se produce un conjunto de “cocontracciones”, contracciones de músculos antagonistas que equilibran el sistema.
Este juego de músculos contrarios lleva a un estado de equilibrio inestable, vibrante que hace temblar al usuario. No olvidemos que las vibraciones del aparato locomotor generan energía física: mécanica, electromágnética, elástica,…
Las cadenas musculares
Las cadenas musculares son músculos enlazados con músculos formando una cadena, como indica su nombre. Las cadenas musculares se describieron para entender mejor el movimiento humano que no se podía analizar si se hacía por medio de músculos aislados.
Las cadenas musculares se pueden describir desde muchos puntos de vista y cada autor tiene una “lista” de las más importantes. Busquests o Myers son autores destacados en la descripción de estas cadenas.
Un autor de referencia es Philippe–E. Souchard y su metodología RPG que vamos a usar como referencia. Según Souchard las principales cadenas musculares son:
1.- Cadena maestra posterior
2.- Cadena maestra anterior
3.- Cadena anterointerna de la cadera
4.- Cadena lateral de la cadera
5.- Cadena inspiratoria
6.- Cadena anterointerna del brazo
7.- Cadena superior del hombro
8.- Cadena anterior del brazo
Cada cadena muscular se inicia en una estructura rígida (un saliente óseo o una aponeurosis) y el músculo que se inserta en ella salta hasta un nuevo punto de anclaje. De aquí, otro músculo toma el relevo y forma un nuevo eslabón. Así se suceden diversos eslabones hasta completar la cadena.
El elemento común a todos estos órganos es la fascia, el tejido que actúa como conexión de todos los tejidos.
Por ejemplo, en la cadena anterointerna de la cadera, el primer anclaje tiene lugar en las lumbares, pasa por la pelvis hasta el trocánter mayor y de ahí, lateralmente hacia el pie.
Si intentamos aplicar el concepto de cadena muscular a las Ásanas de Yoga, podemos empezar a entender como funcionan estas posturas del Yoga físico.
Lo primero que debemos destacar es que una Ásana no es un ejercicio. El movimiento es dinámico por esencia, parte de un punto y llega a otro. La Ásana es estática aunque el estado de quietud es muy difícil de alcanzar y requiere mucha práctica.
Ásanas y cadenas musculares
Las Ásanas desde el punto de vista de las cadenas musculares necesitan una comprensión más profunda y detallada que la simple acción física.
Partiendo de las citadas cadenas musculares notaremos estiramientos, contracciones, vibraciones o temblores, fatiga,… Además, después de la sesión de Yoga notaremos infinitas agujetas, en todas las partes del curso pero muy ligeras.
Estas microagujetas probablemente se deben al trabajo de las cadenas musculares, en su ajuste de cocontracciones. De forma global, han trabajado en el mantenimiento de la Ásana los músculos, tendones, fascia, ligamentos, etc.
A pesar de todo este análisis, Iyengar dice “centrar la atención en algunos puntos del cuerpo, es correcto, pero ¿qué pasa con las otras partes?”.
Debemos enfocarnos en la aparición de posible dolor, si la alineación es correcta, si el estiramiento es simétrico, etc.
Es más, los órganos internos responden a la acción de mi cuerpo. Por ejemplo ver la cadena inspiratoria que conecta con el diafragma. Si podemos responder a estas preguntas, entonces quizás estemos analizando o discerniendo bien la postura.
Iyengar hace referencia a varias etapas en la Ásana:
- La ejecución de la Ásana. El trabajo es periférico, puramente físico. Nos movemos a través del deseo y la voluntad a alcanzar algo.
- La acción cognitiva, donde la piel y los órganos de los sentidos, es decir, los órganos de percepción, sienten lo que estamos haciendo.
- La comunión en la que la mente entra en contacto con el conocimiento sensorial y muscular con lo cual llegamos a la acción mental del Ásana. El intelecto conecta con cada parte del cuerpo de manera que nos acercamos cada vez más al núcleo del “Ser”.
Las tres etapas unidas hacen entrar en el estado de “contemplación en la postura” o “integración”.
Ásana y meditación
La Ásana es meditación en movimiento. Cuando luchamos por colocar la parte externa, la mecánica o del aparato locomotor, nos olvidamos de la parte más interna. Debemos recordar la conexión con los demás sistemas y con nuestro “yo” interior.
Podemos analizar las Ásanas mediante la anatomía o las cadenas musculares pero nos dejamos una verdad más profunda que nos conecta con nosotros mismos en nuestra globalidad.
Estar en presencia y conexión hacia nuestras acciones físicas en el día a día, es un buen comienzo para disfrutar de la actividad física y desarrollar nuestro mayor potencial como seres humanos. El Yoga ayuda a conectar con nuestra parte olvidada (“ser”) y unirla a esa otra parte más concreta y tangible, y darle el valor que merece, desde la integridad del “ser”.
Autor: Santiago Jacomet
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