El profesor de Yoga debe conocer la Filosofía que hay detrás de la práctica para que sus clases enriquezcan los más posible a los alumnos. El el organismo humano es un todo, físico, emocional y espiritual. Por esto, el Yoga es una disciplina de autoconocimiento, de elevación espiritual y de salud física, equilibrados.
La práctica más visible del Yoga son las Asanas que se pueden practicar desde un punto de vista físico o meditativo. La práctica, la inmovilidad en la Asana, resulta saludable. Una de las ventajas de las Asanas es que posibilitan la toma conciencia de todos y cada uno de los músculos y vísceras del cuerpo.
Unidad de Cuerpo y Conciencia
El ser humano se entiende como cuerpo y conciencia. La vida humana de calidad es aquella que permite mantener un patrón integrado de ambas para el mantener el cuerpo biológico global.
El cuerpo está formado por un conjunto de sistemas inteligentes, un organismo dinámico en estado de constante cambio, en interconexión con la naturaleza. En todo momento y en diferentes partes del cuerpo tienen lugar todos los procesos vitales: el fenómeno del nacimiento, crecimiento, envejecimiento, declive y muerte.
Este proceso de transformación es el resultado de una relación de interdependencia: los aspectos biológicos influenciados por la conciencia y viceversa. No hay dicotomía.
Somos seres completos, no simplemente un mero montaje mecánico sujeto a eventuales reparaciones. Por esta razón, desde la visión integrada de la salud hay que abordar aspectos que susciten el equilibrio y el desarrollo humano de manera armónica.
Fundamentos de Filosofía del Profesor de Yoga
Yoga es asumir el control del propio destino, ser señor de sí mismo.
La unión, la comunión del alma, el cuerpo y el espíritu, reunidos con el Todo, el Cosmos, la Divinidad simbolizan el Yoga. Es a la vez el conductor de esta unión y la propia unión. Esta disciplina se centra en buscar el equilibrio y en integrar las esferas que hacen de cada ser humano algo único y especial. Se podría definir como la ciencia de la moderación en el Yoga. La moderación no es una restricción sino de que todas las partes del organismo pueden expresarse, sin que ninguna de ellas se exceda o prevalezca.
La relación del yoga con la salud del individuo es inherente al propio concepto de unión del cuerpo, la mente y el espíritu. El yoga como práctica física, trata de cuidar del buen funcionamiento de los órganos, las vísceras, los músculos,… en general de todo el organismo. Mientras la práctica de la parte espiritual o filosófica trata la mente y el espíritu. Busca la unidad entre cuerpo, mente y espíritu así como la unidad entre los planos racional y emocional. Uno de los objetivos de la práctica del yoga es establecer un puente entre lo real y lo ideal. En una palabra: buscamos el equilibrio tanto espiritual como físico y mental.
El origen y la historia del Yoga están íntimamente ligados a la historia del Hinduismo. La Filosofía del Profesor de Yoga transmite esta tradición.
La religión hindú pretende que los creyentes se liberen de las ataduras terrenales. De esta manera les es posible apreciar los valores supremos: la Bondad, la Verdad y lo Eterno.
Las Asanas: posturas físicas y espirituales
Las partes físicas del Yoga son las Asanas. Todas tienen como meta alcanzar la liberación, la unión con la espiritualidad. A pesar de que todas las Asanas tienen dos aspectos, podemos se dividen en dos grupos: las posturas de meditación y las posturas físicas.
Las personas que practican las Asanas pueden buscar solamente las ventajas fisiológicas y/o a las ventajas espirituales (los que cultivan el espíritu). Ambos desean mantener sus sistemas nervioso y endocrino en estado óptimo, puesto que estos sistemas son responsables de la salud de todo el organismo.
El practicante espiritual, además, practica las posturas para que su sistema nervioso esté preparado y pueda soportar la integración de la fuerza espiritual (Kundalini). El despertar de tal fuerza constituye uno de sus principales objetivos. Además, el practicante de la cultura espiritual no se satisface solo con las posturas.
Quién practica espiritualmente, las posturas meditativas, reduce la actividad metabólica de su cuerpo al mínimo. Así su mente pueda mantenerse fija en un único punto, posibilitando la concentración necesaria. En resumen, las posturas se practican para entrenar al sistema nervioso y endocrino. Las meditativas, además, son practicadas para eliminar, de la actividad mental, las perturbaciones fisiológicas.
Las dos prácticas se puede iniciar aisladas o paralelamente pero es importante iniciarse en la práctica de los Yamas y Niyamas. Así las Asanas producen mejores resultados. Las posturas de meditación establecen en el cuerpo las condiciones fisiológicas en que la mente no se perturba ante los estímulos provenientes del cuerpo. De hecho, desde ahí, el cuerpo sólo penetra en el campo de la conciencia. Los resultados se logran con la práctica constante de una de estas posturas por una hora o más, en un período mínimo de meses.
El conocimiento de sí mismo
A la hora de realizar las posturas, se utilizan músculos, tendones y ligamentos que se usan muy poco o incluso nada en la vida cotidiana. Sin embargo, este nivel de propiocepción no se podrá lograr a menos que la mente esté clara y abierta. Debemos percibir las señales que llegan desde las diferentes partes del cuerpo.
La percepción de las diferentes partes del cuerpo y aislar la mente tiene una indiscutible utilidad a la hora de detectar la enfermedad. En este sentido, puede decirse que la práctica de las Asanas tiene un especial valor preventivo, aunque no sustituyen los tratamientos convencionales.
La conexión que existe entre la mente y el cuerpo se puede simbolizar con una puerta que comunica dos espacios. Si ésta permanece cerrada, no llegará a la conciencia la información que cada parte del organismo envíe al cerebro. Además, tampoco llegarán, las órdenes de movimiento o relajación a los órganos y sistemas, que se le envíen desde la mente. La función y la Filosofía del Profesor de Yoga ayudan a facilitar esta conexión.
La concentración durante la postura es tan importante como la respiración. Gracias a esta integración, el cuerpo recibe el aporte necesario de oxígeno y el corazón adquiere el ritmo adecuado equilibrando, con ello, todo el organismo.
Las posturas se realizan partiendo de diferentes posiciones: de rodillas, de pie, sentado, tumbado boca abajo o boca arriba, en cuclillas, etc. Cada una de ellas tiene su valor terapéutico.
La inmovilidad en una postura significa y fomenta, en primer lugar, la concentración.
La Filosofía aplicada del Profesor de Yoga: psicología y estrés
En el panorama de estrés actual, la idea de inmovilidad puede producir más temor que la de movimiento constante y vertiginoso. A esta velocidad nos hemos tenido que acostumbrar.
La inmovilidad de las Asanas ayuda a tomar conciencia de quién se es, a conectarse con uno mismo, a conocerse más íntimamente. Así ponemos el centro dentro de nuestro interior. Una consecuencia directa es un conocimiento y dominio mayor de las propias emociones, reacciones y actitudes, tanto frente a situaciones afortunadas como ante las dificultades.
La mayoría de la gente tiene su propia forma de encarar los conflictos. Algunas personas lo hacen con la mente, intentando resolverlos mediante el uso de la lógica e ignorando las emociones que les suscitan
Pocas personas encaran sus problemas como seres integrales e integrados. El entorno y el ritmo de vida, más que favorecer la integración, la imposibilitan. Por ello es tan importante el beneficio que proporciona la inmovilidad. La Filosofía y el Profesor de Yoga no sólo mejora las funciones puramente físicas sino que refuerza la conexión entre el mundo físico, psíquico, mental y espiritual.
Desde el punto de vista fisiológico, la inmovilidad resulta saludable. Al hacer las posturas se comprimen ciertos órganos y músculos, lo que equivale a hacer sobre ellos un masaje. También se activan centros nerviosos de los cuales parten los nervios que actúan sobre los distintos órganos, produciendo sobre ellos una sedación o movilización. Las asanas tonifican los músculos, armonizan el sistema nervioso y regulan la secreción de hormonas.