Recuerdo que vi esta foto en el blog de Eric Cressey. Entrenador norteamericano especializado en béisbol que escribe buenos artículos. Tengo que reconocer que al ver la imagen me dije: así es exactamente como me he sentido yo a lo largo de muchos años, enormemente confundido tratando de encontrar cual debería ser la mejor forma de entrenar. Aunque, por otra parte, también me hizo recapacitar sobre mis comienzos, cuando yo estaba convencido de que ser un buen entrenador tampoco debía ser tan difícil. Por aquel entonces yo tenía claro que ya los antiguos griegos, considerando las increíbles esculturas de sus espectaculares atletas, debían de conocer todos de los secretos que yo necesitaba para convertirme en un súper entrenador.
Evidentemente, no podía ser que en nuestra época no tuviésemos prácticamente resueltos todos los misterios del entrenamiento…
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¡Buena forma de comenzar!
Tras pasar algún tiempo y muchas decepciones, comencé a darme cuenta que saber sobre entrenamiento me llevaría bastante más esfuerzo de lo que pensaba en un principio. A pesar de ello, mi ilusión me llevó a leer, a estudiar y a formarme en todo lo que podía.
No os voy a mentir, en poco tiempo estaba convencido de que mi evolución como entrenador había sido bastante buena. Ya no era un simple karateka un poco “flipadete”…
Ahora sabía de músculos, sabía de bioenergética, sabía carga y programación de entrenamiento, sabía un montón de ejercicios y tenía muy claro lo que era bueno y lo que era malo o, como me encantaba decir por aquel entonces, lo que era “contraindicado” por aquello de que me hacía parecer que sabía de lo que hablaba. Vamos, que el tema lo tenía “controlao”.
Cuando realmente empecé a aprender fue usando Internet, porque entre otras cosas podía aprender de primera mano de los grandes maestros del entrenamiento, es cuando me empecé a cuestionar absolutamente todo.
Un momento difícil, no os quepa duda, pero absolutamente necesario a la hora de evolucionar como entrenador. Las cosas empezaron a pasar de “blanco o negro” a una infinita escala de grises.
Los pilares de mis conocimientos empezaron a tambalearse y la información a la que accedía en libros, artículos, ponencias, cursos… incluso de las fuentes más potentes, era muchas veces, la verdad que demasiadas veces, completamente contradictoria. Un auténtico “guirigay” que estoy convencido de que muchos de vosotros, hambrientos de conocimientos, habréis experimentado también.
Desafortunadamente, este “guirigay” duró muchos años. Es más, doy fe de que nunca jamás ha desaparecido. Y os voy a ser sincero: estoy completamente convencido de que si no se encuentran puntos de referencia claros en nuestro trabajo.
La confusión puede ser tal que la evolución para llegar a ser un/a excelente profesional del ejercicio puede llegar a ser completamente negativa, sin importar la ilusión, ganas y energía que uno/a tenga por aprender.
¿Cuáles son esos puntos de referencia?
Y eso es una buena pregunta porque cada uno tendréis que encontrar vuestro camino y, a partir de ahí, ser fieles a vuestra filosofía a pesar de los contratiempos. Yo os puedo contar cuales son algunos de mis puntos de referencia, esperando que os ayuden de algún modo a encontrar los vuestros.
1.- No me aferro a nada ni a nadie.
2.- Que no esté de acuerdo con alguien no quiere decir que no me pueda enseñar algo importante.
3.- El sistema nervioso lo controla todo.
4.- Todo funciona y nada funciona.
5.- Mi principal objetivo como entrenador es mejorar la función a partir del movimiento eficiente y a partir de ahí conseguir cualquier otro objetivo.
6.- Hay que “prepararse” para el entrenamiento.
En un próximo post detallaré lo que han significado esos 6 puntos en mi camino, en mi evolución como entrenador.
Por Alfonso Barrie (cofundador Prehabilitate)