La aplicación del quiromasaje como mecanismo de liberación de tensiones, relajación de los tejidos y facilitador de los procesos de recuperación y curación es, en general, bien conocida.
Sin embargo, los efectos del masaje son mucho más amplios de lo que hemos comentado, y abarcan una serie de efectos beneficiosos que alcanzan mucho más allá de los efectos locales y de los efectos sobre el sistema musculo-esquelético.
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El masaje es una terapia global, que desde su aplicación en los tejidos locales alcanza al conjunto del organismo, tanto en relación a la neurología y la transmisión del dolor, el funcionamiento de los órganos internos y el estado emocional de la persona.
¿Cuántas personas han manifestado después de un masaje que se encuentran “flotando” o que sienten cierta euforia o estado de bienestar inespecífico? Que explicación tiene que una sesión de terapia musculo- esquelética alcance al estado emocional de la persona.
Es como si el masaje, además de su efecto local fuera un “pastilla” que alcanza al psiquismo de la persona. ¿Por qué unas maniobras manuales sobre determinadas zonas de la piel, pueden producir efectos a nivel general?
Para comprender el masaje en globalidad recordemos algo de embriología, el estudio del desarrollo del feto a partir del óvulo fecundado y el embrión. En las etapas iniciales siguientes a la fecundación, el embrión humano no puede distinguirse demasiado del de otros animales, incluso de los más distantes evolutivamente.
¿Somos gusanos?
Es una pregunta que podemos hacernos viendo las etapas iniciales del desarrollo embrionario. El cuerpo humano se desarrolla a partir del embrión guiado por una columna vertebral primigenia llamada notocorda.
Esa estructura es el eje alrededor del cual se van se van organizando las diferentes estructuras anatómicas: músculo-esqueléticas y viscerales. En pocas palabras, nuestra organización es segmentaria como la de los gusanos.
Esto se refleja en algunas partes del cuerpo de forma muy clara como en el tórax, en el que cada segmento se corresponde con una vértebra y una costilla. En el tronco, la columna vertebral todavía muestra esta geometría pero las extremidades que son protuberancias del tronco, se van alargando y retorciendo de manera que la forma del segmento no se percibe con tanta claridad.
Una de las evidencias más claras que nos demuestran que estamos conformados como un alineamiento de rodajas son los dermatomas. A cada segmento le corresponde una raíz nerviosa y la piel tiene un mapa de esos segmentos.
Una aplicación práctica de este modelo es que, a menudo nos duele una zona corporal (la mano, por ejemplo) y el problema reside en la zona cervical. Es un tipo de dolor segmentario.
Tenemos afectada esa «rodaja» de cuerpo, en concreto. Aunque en el ejemplo se han citado estructuras cutáneas y del aparato locomotor debemos ser conscientes que esa “rodaja” incluye vísceras, nervios (incluidos los del SN vegetativo simpático y parasimpático), ganglios linfáticos y un largo etcétera.
Sin embargo, no solo estamos organizados segmentariamente: existen dolores que originándose en una determinada zona corporal, en un segmento, producen patologías suprasegmentarias, dolores referidos y afectaciones del organismo en general. Todas estas situaciones pueden explicarse mediante el concepto de mecanismos reflejos.
Un segmento corporal, un dermatoma no solo tienen conexiones nerviosas que conectan las partes de ese segmento entre sí sino que además tienen nervios ascendentes y descendentes que integran unas “rodajas corporales” con otras. De esta manera, una maniobra aplicada en una zona de piel tiene efectos en partes de piel, músculos, nervios y huesos por encima y por debajo de la zona de aplicación.
Es más, recordemos que todos los órganos tienen recubrimientos y separación de tejido conjuntivo, lo que llamamos fascia y que la misma es un continuo absoluto que alcanza todas las partes del ser humano: la fascia se encuentra formando el periostio de los huesos, la cápsula del hígado y otros órganos, la dermis, la funda de los nervios y tendones, la duramadre y otras capas del sistema nervioso, los elementos conjuntivos del músculo (endomisios, perimisios y epimisios,…).
La fascia es el tejido total, ¡el tejido sin fin! Si mediante el masaje friccionamos, traccionamos o presionamos una zona de piel musculo y hueso, en realidad estamos trabajando con el conjunto de todas las estructuras corporales independientemente del nivel en que se encuentren.
Terapias reflejas
Permiten entender el funcionamiento del organismo y del ser humano en su conjnto. El organismo está formado por una red de redes, como una muñeca rusa dentro de otra, en la que la parte interior refleja la exterior y viceversa. De la misma manera, podemos considerar que todo el organismo humano está representado en el pie (como se propone en la reflexología podal).
Toda la sensibilidad de la piel del cuerpo está representada en el córtex cerebral como un mapa en forma de hombrecillo (llamado homúnculo de Penfield). Cada tipo de información sensorial se procesa en una parte específica del cerebro dependiendo de cada uno de los estímulos que percibimos (visuales, auditivos, táctiles,…).
Todas las terapias reflejas se fundamentan en esta afirmación: el mapa de la vista en el cerebro explica la iridiología, el mapa del oído la auriculoterapia, el sentido del olfato representado en el córtex explica la reflexología nasal,..
Y así, la piel y los tejidos subyacente que tratamos con el masaje (tal y como lo concebimos en Orthos) reflejan las vísceras internas y la kinesiología (por la representación de la sensibilidad de la piel y de los músculos).