Cuando hablamos de articulaciones, inmediatamente pensamos en huesos, cartílagos y músculos. También consideramos que la cara anterior de la escápula se articula con la parrilla costal (huesos, intercostales y sus aponeurosis): es una sindesmosis que orienta el omóplato en el tórax.
Cuando extendemos la pierna, el sartorio se desliza por encima del cuádriceps según la posición y el grado de flexión.
Las aponeurosis del recto femoral y sartorio se desplazan una con respecto a otra en un rango de movimientos que podemos considerar como verdaderamente articular.
Los músculos de cualquier zona tienen tejidos conjuntivos que separan y, a la vez, unen sus fibras (endomisios), sus fascículos (perimisios) y su conjunto (epimisisios o aponeurosis).
En una extremidad o en la zona toracolumbar (por ejemplo) existen fascículos que agrupan y separan unos músculos de otros. Durante los movimientos, las masas musculares se desplazan unas con respecto a otras y los lugares por los que se produce el deslizamiento son los tejidos conjuntivos de la zona.
De hecho, las fibras, fascículos y músculos están inmersos en la matriz fundamental o líquido intersticial del tejido conjuntivo y una de las propiedades de este elemento es el hecho de ser lubrificante. Es más, a mayor temperatura, menor viscosidad.
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Otros de los beneficios de realizar un correcto calentamiento sería facilitar el deslizamiento de los músculos, unos con respecto a los otros, en los gestos deportivos. Las cicatrices pueden ser zonas en las que una parte de un músculo quede soldada a otro y esto limitaría el movimiento entre ellos, la coordinación y la economía del movimiento.
Los tendones de la mano se mueven sobre los huesos (canales) carpianos, aunque estén recubiertos por vainas sinoviales.
Los flexores de la manos, sus sinoviales y el ligamento anular del carpo están articulados (su disfunción provoca el síndrome del túnel carpiano). La fascia lata se desliza por el lateral del muslo y la rodilla y el cuello del radio se articula con su ligamento anular.
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De la misma manera, el hígado y otras vísceras se articulan con el diafragma, en forma cóncavo-convexa y movimientos con 3 ejes de libertad. Las superficies de una y otra víscera deslizan una respecto de la otra, tienen un líquido que facilita el desplazamiento entre las superficies y las superficies de contacto son las cápsulas y aponeurosis que las recubren.
Las articulaciones viscerales se mueven cuando respiramos o durante la digestión y, además, las vísceras se desplazan a la vez que lo hace el conjunto del torso. En los movimientos de flexión, extensión y rotación del tronco, los órganos internos se mueven, reposicionan y desplazan para adaptarse al espacio intrabdominal.
En otros tejidos ocurre lo mismo. La médula espinal se mueve dentro de la aracnoides y los nervios espinales: cuando hacemos encogimientos abdominales, nuestra médula se mueve dentro de la columna vertebral. En su salida del agujero de conjunción, los nervios espinales tienen un movimiento de unos pocos milímetros.
En los gestos de lanzamientos estamos traccionando el plexo braquial y estirando las raíces nerviosas de la zona. Los nervios espinales se articulan con los orificios de conjunción intervertebrales y además mediado por las fundas nerviosas, aracnoides y perineuro, que no dejan de ser elementos fasciales.
La “biomecánica” (biomecánica blanda) no puede dejar de lado que las articulaciones son un continuo de relaciones entre órganos y estructuras.
El movimiento produce deslizamientos, movimientos y reorganizaciones espaciales que van más allá de los huesos y los músculos y la actividad física puede provocar lesiones en el aparato locomotor pero también puede ser la causa de disfunciones viscerales, nerviosas, arteriales, entre otras.