Hace unos días, un alumno que terminaba el curso de Nutrición Deportiva, que tiene el Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y estaba pensando en seguir formándose, me hizo una consulta de las que yo llamo “de paracaidista novato“, vamos, que el hombre no sabía por dónde tirar.
Monitor de Sala vs Entrenador Personal
Se debatía entre sacarse la titulación de Monitor de Sala y la de Entrenador Personal, y en mitad de la conversación hizo una afirmación que me llevó a contestarle algo parecido a lo que voy a compartir con vosotr@s en las próximas líneas: “Me han dicho en (ponga aquí el nombre de una escuela de Fitness) que sacándome PT podré ser Monitor de Sala sin problema…”.
Pobre, no sabía dónde se metía (desde aquí le pido disculpas por la chapa que le solté y os las hago extensivas a vosotr@s, aún estáis a tiempo de cerrar la pestaña del navegador).
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A ver, siempre digo que ser buen Monitor de Sala es tan difícil como ser buen Personal Trainer, afirmación que me ha costado más de una discusión (con lo poco que me gustan… 😊), pues no pocas personas de nuestro sector consideran que la figura del Monitor está al menos un escalón por debajo de la del PT.
Y quizá sea verdad en cuanto a cantidad y especificidad de los conocimientos sobre fisiología, márketing o mecánica del ejercicio, pero no necesariamente en cuanto a otras habilidades menos tangibles y sin embargo importantes.
No pretendo generar controversia (bueno, un poco sí), por supuesto pienso que convertirse en Entrenador Personal es la evolución lógica para la mayoría de los Monitores de Sala, pero también puedo deciros que una vez te sientes cómod@ como PT cuesta mucho seguir sintiéndose cómodo como Monitor (a mí me ha pasado), sencillamente porque son desempeños distintos, con necesidades similares pero claramente diferenciadas.
Tenía un colega de profesión (un reputado Docente y Entrenador Personal, si es que lo segundo no lleva necesariamente implícito lo primero) que decía algo así como “Todo PT es un buen Monitor de Sala, pero no todo Monitor puede ser un buen PT”. No puedo estar más en desacuerdo con la primera parte de dicha afirmación.
Semejante pensamiento se reduce simplemente a valorar los conocimientos técnicos sobre las áreas nombradas anteriormente (fisiología, márketing, etc…), pero no tiene en cuenta otras habilidades tremendamente importantes para el buen desempeño de su labor que exhiben los Monitores de Sala de Fitness “pata negra”.
Recuerdo, hace años, que en plena crisis económica en España (a algun@s os suena, ¿verdad?… si no es así, no os preocupéis, que en unos años nos mandarán un recordatorio) los que entonces eran mis socios en un gimnasio que regenté y yo nos vimos obligados a despedir a parte de la plantilla y me tocó salir del despacho, volver a enfundarme el traje de Monitor de Sala y cubrir durante meses parte del turno de un excelente Monitor que hasta entonces había hecho un trabajo fantástico.
Al margen de que la camiseta de “Monitor” ya no me iba (se ve que este tipo de prendas encogen a talla por año con el paso de todo) y que me sentía tan ridículo y asfixiado como Mr Increible en la primera peli, cuando después de tanto tiempo retirado tiene que volver a la acción, lo que más me chocó fue que había perdido mi “toque” en la Sala.
Pese a que el mismo día anterior a mi “back to the roots” en la Sala había dado un par de entrenamientos personales, y que esto último era algo que llevaba haciendo ya más de diez años con relativo éxito y aceptación (como veis, la transición de Monitor a PT también fue una evolución lógica para mí), a los pocos minutos de estar ocupando mi nuevo-antiguo puesto me di cuenta de que algo no iba bien y comencé a sentirme incómodo en este papel que ya había “interpretado” durante mi primera década como profesional del sector del Fitness y la Salud.
Mi error
Lo que me hizo ser consciente de lo increíblemente oxidado que estaba fue cuando, tras estar explicando con sobrada disposición y amabilidad un ejercicio a una señora, giré la cabeza y descubrí con sorpresa que había al menos ocho personas paradas tras de mí y esperando con su programa en la mano que les explicara los correspondientes ejercicios.
De hecho, incluso había un par de ellas que ni siquiera llevaban programa porque simplemente estaban (des)esperando, mientras miraban con angustia el cronómetro de su reloj de muñeca, a que les echara una mano con el peso en la siguiente serie que les tocaba (hace un rato).
Ahí es donde caí en la cuenta de lo equivocado de la primera parte de la afirmación de mi colega. ¡Fue como una epifanía! ¿Creéis que era la falta de conocimientos técnicos lo que me fallaba? Claro que no.
Allí teníamos a un experimentado PT con ínfulas de Monitor que en realidad solo se había cambiado el envoltorio, la pegatina de la camiseta, pero que continuaba haciendo lo que más le gustaba, lo que llevaba haciendo la última década, y por ende lo que más acostumbrado estaba a hacer: el famoso “One To One” del PT en el que estamos acostumbrados a disponer de una hora completa con nuestro cliente y estar por él y para él, sin tener que mirar atrás o alrededor, algo que es tan IMPRESCINDIBLE como respirar para cualquier Monitor de Sala.
Me había puesto a explicarle a aquella persona, solo porque fue la primera que me consultó, cómo se hacía correctamente el ejercicio y había respondido con calma y detalle a todas y cada una de sus numerosas y justificadas consultas, sin caer en la cuenta de que llevaba dedicándole más de diez minutos de manera exclusiva.
Y lo peor de todo es que, como pude comprobar los días posteriores, por mucho que me esforzaba por corregir tan flagrante error me era imposible retomar el ritmo y la agilidad en el trato con los clientes que había dominado antaño, no estando a la altura ni del Monitor más random que había pasado por aquella Sala en todos los años que llevaba en ese gimnasio.
Poco a poco, y a golpe de bienintencionadas indicaciones por parte de algun@s compañer@s, mis socios e incluso los propios clientes, fui ajustando más y más los tiempos que dedicaba a resolver satisfactoriamente las consultas, peticiones o explicaciones que requería cada persona. No sin suponer un verdadero esfuerzo que años atrás no recuerdo haber sufrido.
¿Por qué?
El porqué es evidente: ya puedes tener grandes conocimientos técnicos, que ser un buen PT no te convierte en buen Monitor de Sala, y esto se debe a que ser PT es un lujo, colegas.
Disponer de una hora completita para cuidar y trabajar con un solo cliente (en la mayoría de los casos) es un lujo que no puede permitirse el Monitor en una sala abarrotada de gente a la que, si quiere tener atendida y evitar que se le empiecen a desmembrar como en una peli de «Saw«, tendrá que ir atendiendo rápidamente saltando de un cliente al siguiente con una habilidad propia de un híbrido entre camarero de chiringuito y funambulista del «Cirque du Soleil«, con una disociación ocular que le permite estar mirando a la cara de su cliente y al mismo tiempo haciendo un barrido a la Sala que ríase usted del Dioni, y todo esto dejando además en ellos la sensación de haber sido bien atendidos y con lo que espero pensara la primera chica con la que hice el amor resonando en su cabeza: “¡Estos cuarenta segundos han merecido la pena!”.
No, querid@s, no es nada fácil ser un BUEN Monitor de Sala, igual que no lo es ser un BUEN Entrenador Personal. Cada profesión tiene sus características y matices, y (al margen de una buena base de conocimientos técnicos) requiere desarrollar unas habilidades específicas que se van puliendo con el tiempo.
Por eso, entre otros motivos, supongo que soy un bicho raro en un sector como el nuestro cada vez más generalista, donde tod@s hacemos de todo; Monitores de Sala que lo mismo te dan una clase de Zumba, que te hacen un PT con Electroestimulación o te venden una cuota Trimestral mientras dan toallas a los clientes en Recepción, por cierto, todo al flamante precio de 800€ al mes, a veces incluso en nómina. ¿Y todavía esperamos que sean buen@s haciendo su trabajo? O quizá solo esperamos que lo hagan y punto.
Quizá esa sea parte del problema, que (salvo casos concretos de personas sobresalientes en casi todo lo que hacen) cada vez tendremos más chic@s para todo, pero menos Profesionales.
Mi conclusión
Para no terminar tan abajo os diré que creo sinceramente que hay una luz al final del túnel, que, si no es una garantía, sí es un imprescindible compañero de viaje hacia el éxito profesional y la excelencia, y no es otra cosa que la FORMACIÓN DE CALIDAD, donde no solo nos llenen la cabeza de datos técnicos (que son importantes, sí, pero al final están en cualquier libro), sino que nos enseñen a TRATAR CON PERSONAS y en las que podamos compartir EXPERIENCIAS reales con profesionales experimentados en el sector.
Una cosa es un Monitor de Sala y otra un Personal Trainer, pero es que otra cosa es un BUEN Monitor de Sala y otra un BUEN Personal Trainer, y las cuatro son cosas diferentes y no necesariamente intercambiables. Así que elije correctamente, que es tu futuro y tu responsabilidad, y si alguna vez alguien te pregunta si es mejor Monitor de Sala o Personal Trainer respóndele “¿Para hacer qué?”.
Por Claudio A. Caamaño