A lo largo de mi trayectoria como entrenador he pasado por diversas etapas. En la búsqueda de alguna referencias puedo explicar algunas guías que espero que os puedan ayudar a encontrar vuestro camino como entrenadores.
Estos son mis puntos de referencia:
No me aferro a nada ni a nadie.
Me considero un auténtico mercenario del entrenamiento. Si alguien, quien sea, me ofrece una mejor manera de hacer las cosas, me cambio de bando instantáneamente. No se trata sólo de que se hagan las cosas bien o mal, lo cual es indudablemente importante, sino de que se hagan mejor. Soy un obsesionado de los resultados.
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Procuro ser lo más objetivo, sincero y exigente con todo lo que hago y no tengo miedo a cambiar si algo no funciona. Le oí decir a Michael Boyle algo como “si estás haciendo los mismos entrenamientos que hace un año, tómate el pulso no vaya a ser que estés muerto” y yo lo comparto. Trabajamos con una ciencia muy viva, todavía en pañales, evolucionando cada día a un ritmo frenético y donde la formación continua con calidad tiene ser parte de nuestra vida.
El número de investigaciones es enorme. Apalancarse puede funcionarte durante algún tiempo, sobre todo si eres una persona simpaticota, algo cachitas y con cierta capacidad “vendemotos”, pero tal y como se avecina nuestro futuro profesional, aún más, tal y como ya están las cosas en el momento actual, probablemente esto va a tender a ir desapareciendo sin remedio.
Que no esté de acuerdo con alguien no quiere decir que no me pueda enseñar algo importante.
Esto es una de las incontables cosas que me ha enseñado el Dr. Eric Cobb, fundador de Z-Health . Él es capaz de recomendarte encarecidamente un libro con el que está en desacuerdo en casi su totalidad porque en el 2º párrafo de la página 157 explica un concepto (que, por cierto, puede ocupar dos líneas) con una claridad que no ha visto en ningún otro lugar. Os puedo asegurar que cuando se lee o se estudia con esta mentalidad el enriquecimiento se vuelve exponencial.
Por el contrario, he visto a mucho “purista” cerrarse en banda y rechazar de plano excelentes libros llenos de contenido porque, por poner un ejemplo, utilizan la expresión “extender la pierna” en vez de “extender la rodilla”. Desde mi punto de vista, una pena.
El sistema nervioso lo controla todo.
Y cuando digo todo, me refiero a todo y muy especialmente en nuestro trabajo. En realidad este punto da para un artículo el solito, para un curso entero y, definitivamente, para varias vidas de estudio incesante. Intentar entender el sistema nervioso, desde luego, no es moco de pavo.
Por ahora, solo me gustaría transmitiros la importancia que tiene en nuestro trabajo y abriros una nueva puerta en vuestro camino profesional. Imaginad cualquier aspecto que os gustaría mejorar en vosotros o en vuestros clientes como la capacidad para generar fuerza, explosividad, el control motor, la precisión en los movimientos, la resistencia física y mental…, lo que sea. Pensad en cualquier freno al rendimiento o capacidad física que os gustaría evitar como la inhibición o debilidad muscular, la excesiva tensión muscular, las restricciones del movimiento, ¡el dolor!…
Todo, absolutamente todo, está directamente controlado por nuestro increíble sistema nervioso y os puedo asegurar que cuando entrenamos desde el prisma del sistema nervioso nada vuelve a ser lo mismo.
Todo funciona y nada funciona.
Especialmente cuando el nivel de condición física es bajo cualquier actividad que no produzca daño probablemente puede llegar a generar algún tipo de adaptación positiva. Sin embargo, a medida que las capacidades van aumentado las cosas empiezan a complicarse y si algún día entrenáis a atletas de élite observaréis el enorme grado de precisión que necesitáis en los estímulos para conseguir mínimos porcentajes de mejora.
Poniendo algún ejemplo, se sabe que los auténticos principiantes pueden mejorar su fuerza máxima en sentadilla simplemente montando en bicicleta, sin realizar ningún trabajo específico. Ahora bien, intentad mejorar la fuerza máxima en sentadilla a un “Power Lifter” montando en bicicleta, mmmmm…
Bueno, esto tiene varias lecturas aunque hoy me centraré sólo en una para no extenderme. Si eres entrenador/a personal seguramente algunos de tus clientes estarán en un nivel relativamente bajo, sobre todo teniendo en cuenta el grado de sedentarismo que padecemos actualmente. Esto es genial porque probablemente hagas lo que hagas, siempre que no te cargues a tu cliente, se van a producir cambios positivos a corto plazo.
Lamentablemente, “hagas lo que hagas” es una práctica que no funciona tan bien a medio o largo plazo y, en realidad, este punto explica porque aún podemos encontrar esos clientes doloridos, lesionados y confundidos pensando como es posible que haya llegado hasta ese punto tan penoso si tenía a un entrenador/a que era un auténtico “crack” que le metía una “caña” y le daba unas “palizas” impresionantes y además le hacía entrenamientos “propioceptivos” espectaculares (que en realidad no tenía ni pajolera idea de lo que era pero sonaba muy bien).
Afortunadamente esto ha cambiado y mucho en los últimos tiempos y la profesionalidad que observo en nuestro ámbito profesional se va consolidando, sin duda, en niveles cada vez más elevados.
Mi principal objetivo como entrenador es mejorar la función a partir del movimiento eficiente y a partir de ahí conseguir cualquier otro objetivo.
El concepto de funcionalidad es probablemente uno de los más machacados y peor utilizados en nuestra industria y el término “entrenamiento funcional” es algo que me parece que a estas alturas está bastante “maltratado” por la cantidad de imágenes absurdas y circenses que en muchos casos evoca.
La verdad es que decir “Functional Training” molaba mogollón, y molaba tanto que todo el mundo se lo apropió. Tanto y tantas veces que al final parece que nadie sabe definirlo ya con precisión. Sin embargo, para mí las palabras y los términos, aunque importantes, no son lo más determinante. Lo realmente determinante son los conceptos. Y el concepto de “entrenamiento funcional” es algo que me interesa realmente. No me quiero extender porque ya os he dado suficientemente la chapa pero sólo os quiero dejar con dos ideas básicas.
Primero, “el entrenamiento es funcional por lo que produce, no por lo que parece”. Esta frase es cosecha de Gray Cook (www.functionalmovement.com) y me parece una pequeña joya. Segundo, la función que yo quiero mejorar tiene que ver con la capacidad para mover, desplazar y controlar mi propio cuerpo. De nada me sirve mover y desplazar elementos externos a mi cuerpo, subirme encima de pelotas volantes o emular gestos deportivos con antenas en la cabeza si no mejoran esta capacidad.
Lo considero vital porque es la llave a una vida activa longeva. A partir de ahí, y desde el pilar de un movimiento eficaz y eficiente, trabajo cualquier otro objetivo, ya sea la máxima hipertrofia, la ultraresistencia, el swing de golf o meterse en el vestido para la boda de la hija.
Hay que “prepararse” para el entrenamiento.
Prepare to move: Lo último de hoy pero no por ello menos importante. De hecho, todo el concepto Prehabilitate se basa en ello. Todos/as los que hemos entrenado a diversidad de personas sabemos la enorme variabilidad en las respuestas individuales frente a estímulos de entrenamiento muy similares, y no solo por condiciones genéticas diferentes. Durante años busqué con dedicación intentando dar con una forma de entrenamiento que me ofreciese más consistencia en mis resultados. Sin embargo, el problema no estaba en el sistema de entrenamiento. La realidad es que muchas veces intentaba construir condiciones físicas sobre plataformas funcionales deficitarias o, al menos, insuficientes.
Y esto ¿qué quiere decir? Os lo explico tan sencillo como es: cuando realizamos un ejercicio en el gimnasio, un gesto deportivo, cualquier actividad relacionada con el movimiento… ¿disponemos de la movilidad adecuada en cada articulación involucrada? ¿disponemos de la estabilidad/control en todas esas articulaciones a lo largo de todo el rango articular utilizado? ¿disponemos del control motor y los niveles de orquestación neuromotora necesarios para realizar esas actividades?
A mí me gusta hablar de cumplir con los prerrequisitos. El concepto de prehabiltación surgió precisamente de la necesidad de detectar y subsanar estos posibles déficits funcionales que, en muchos casos, limitan claramente una progresión adecuada y, sobre todo, generan una situación de mucha mayor vulnerabilidad sobre nuestro sistema locomotor.
Desde mi experiencia, un gran número de los problemas que me encontraba derivados de la práctica de algún tipo de actividad física no venían directamente de la actividad. Me he encontrado muchos casos que lo ilustran, como el golfista con problemas lumbares por falta de movilidad torácica, hombros maltrechos por realizar “press” de banca al pecho sin la abducción horizontal de hombro necesaria, problemas de rodilla en saltadores, gimnastas o corredores por falta de movilidad en dorsiflexión de tobillo,… Evidentemente las cosas en el cuerpo humano pueden llegar a ser mucho más complejas que estos ejemplos básicos pero os puedo asegurar que entender estos principios de prehabilitación es, probablemente, lo que más me ha ayudado en mi evolución como entrenador a lo largo de los años, o como dice el título de este artículo en mi camino como entrenador.
A todos/as los que habéis leído hasta aquí os quiero dar las gracias por vuestro interés. Espero que lo que os cuento os sirva, aunque sea un poquito, para ser mejores profesionales. Estoy convencido de que nuestra profesión, cada día más vital en nuestra sociedad, sólo será valorada justamente si entre todos subimos el listón y nos enriquecemos los unos de los otros. Todos/as estamos en un mismo tren en el que no tenemos ni idea de cual va a ser el destino. Así que disfrutemos del camino y absorbamos todo los que podamos, que os aseguro que esto se va a acelerar por momentos y el que no se ponga las pilas se va a quedar muy atrás.
Por Alfonso Barrie (cofundador Prehabilitate)