La idea de que el ejercicio físico es bueno para la salud del corazón es aceptada universalmente. Pero, ¿por qué?
La respuesta viene de la adaptación cardiaca durante el ejercicio. Al practicar una actividad aeróbica el cuerpo, en su conjunto, necesita más sangre y oxígeno.
Como el corazón es un músculo y durante el entrenamiento está sometido a un estrés, este músculo se adapta. En particular, aumentan las arterias coronarias (tanto en tamaño como en número).
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Estas arterias alimentan al miocardio y por tanto un corazón entrenado tiene más canales que aportan oxígeno y nutrientes a las células cardiacas.
Cuando se bloquea una arteria, el riesgo de daño es menor al haber canales alternativos y al haber más oxígeno estamos más protegidos de las alteraciones que puedan afectar al corazón.
¿Cómo se modifica el corazón con el entreno?
Como sabemos, el corazón es una bomba impulsora muscular hueca. Al contraerse (sístole) impulsa la sangre por las arterias y al relajarse se rellena de sangre. La sangre que bombea el corazón sirve para llevar nutrientes a todo el cuerpo, ¡incluido a sí mismo!
Las arterias coronarias salen de la aorta e irrigan el miocardio. Sin embargo, a diferente del resto de órganos que reciben la mayor parte de la sangre durante la contracción de los ventrículos, las paredes del corazón reciben la irrigación cuando el miocardio está relajado (en diástole).
Esto tiene una repercusión muy importante: si el corazón late con lentitud, el tiempo de reposo es más largo y por tanto las coronarias tienen más tiempo para conducir nutrientes a la pared cardiaca.
A menor frecuencia cardiaca, mayor salud del corazón. Una persona que realiza entrenamiento cardiovascular mueve muchos y grandes grupos musculares.
Su corazón tiene que bombear la sangre necesaria para nutrir y aportar oxígeno a la musculatura y, como el corazón tiene un mecanismo automático por medio del cual la contracción del miocardio es más fuerte cuanto más lleno esté de sangre el ventrículo; este tipo de entrenamiento aumenta el tamaño del corazón.
Al cabo de un tiempo de seguir este método de trabajo el corazón es mayor y bombea más sangre en cada latido. Cuando volvemos a la situación de descanso, un corazón de un volumen más grande necesitará menos contracciones por minuto para hacer llegar la sangre a todo el organismo: las diástoles son más largas y el corazón está más irrigado.
El entrenamiento cardiovascular garantiza buena una actividad cardiaca. Y, si debemos escoger, de entre todos, un músculo para cuidarlo, desde luego, el corazón debe ser el primero.