Las fluctuaciones de las facultades físicas o psicológicas, el sentirse mejor o peor con uno mismo son factores que dependen de cada persona. Todos tenemos antecedentes que pasan factura con el paso de los años independientemente de si nos hemos cuidado mucho o no.
La persona recibe impactos inevitablemente a lo largo de su vida que la desgastan, que le hacen percibir que el tiempo ha pasado, que “ya no soy el de antes” y le hacen reflexionar sobre su pasado y lo que le espera en el futuro.
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El estrés traumático, las pérdidas, los duelos o la incertidumbre dejan marcas en la esfera psicológica. Son impactos que a veces se resuelven a nivel consciente, otras veces impactan sobre el aparato locomotor o las vísceras (somatizaciones como las úlceras, las colitis, dermatitis, etc.) o quedan en ese continente desconocido que es el subconsciente. En todo caso, ¡dejan huella!
Hasta aquí se ha hablado de lo inevitable. Ahora, veamos de qué manera podemos hacer frente al paso de los años y que ese paso deje la menor huella posible, estemos equilibrados psicológicamente y nos encontremos bien con nosotros mismos.
Hábitos de vida para controlar el estrés
El estrés es un mecanismo hormonal y nervioso (cortisol-adrenalina) que sirve para reaccionar rápidamente ante situaciones del entorno. Desde este punto de vista, esto es bueno y este estrés es el que llamamos “eu-estrés”. Sin embargo, cuando el estrés se prolonga en el tiempo y nos impacta severamente tenemos “dis-estrés” o estrés malo que es al que todos asociamos la palabra estrés.
Hacer “puenting” genera eu-estrés; hacer una jornada de 12 horas, tener a un jefe cruel y cuidar a la familia genera estrés malo (o estrés, a secas).
Debemos gestionar nuestro estrés. Lo primero es detectar cuáles son las situaciones vitales, cotidianas, que lo generan. Debemos entonces mirar la situación desde otro plano, otro punto de vista y darle la vuelta.
Decía Einstein que “ningún problema se resuelve en el mismo plano en el que se ha formulado”: si mi jefe es un tirano, ¿para qué lo hace? Podemos empatizar con el (difícil) o aprender técnicas de relajación. En todo caso, es nuestra responsabilidad saber gestionarlo.
Hábitos de vida sobre el descanso
El sueño es algo necesario en calidad y en cantidad. El sueño sirve para recuperar nuestro organismo del desgaste del día, reponiendo el combustible y reparando los tejidos desgastados o rotos. Desde un punto de vista psicológico, al dormir soñamos.
Nadie sabe exactamente que funciones tienen los sueños pero es probable que sirvan para reordenar, a nivel subconsciente, las experiencias que hemos tenido durante el día y a procesar la “porquería” psíquica que hemos acumulado.
Es importante cuidar el ritual del “ir a dormir”. A veces en el último momento consultamos el móvil o nos quedamos dormidos viendo la TV. Estas pantallas son excitantes y es mejor que las hayamos dejado de lado un buen rato antes de ir a la cama. Unas respiraciones profundas o usar alguna técnica de relajación facilitan el dormirse.
Hábitos de uso de las redes sociales
En contra de lo que pueda parecer, las redes sociales nos aíslan del resto de personas. Tenemos muchos amigos virtuales pero pocos con los que podamos tomar un café.
Por otro lado, las redes sociales se guían por el principio de “vicios privados, públicas virtudes”, dando una sensación de un falso mundo idílico. Si ese día hemos hecho una ensalada sanísima, le hacemos una foto, pero si hemos cenado una pizza de microondas, no lo publicamos. La persona que necesita buscar el equilibrio no encuentra comprensión en esa red que representa un mundo feliz. Todo esto sin mencionar el tiempo que perdemos…
Hábitos de vida: el sofá (empachos de series)
Los canales que ofrecen contenidos visuales de forma asequible están facilitando que las personas usen su tiempo libre, mirando series compulsivamente (lo que se llama “binge watching” o empachos de series). “Este fin de semana he visto la serie… completa” es un comentario que podemos oír con cierta frecuencia. Esa persona se ha pasado un número de horas (hasta 10 o 15, según la serie y los capítulos, en posición “sofá” (en inglés: “coach potatoe” o sea “patata de sofá”).
Además, ha tenido el cerebro desconectado, pasivo, durante ese mismo tiempo (“las neuronas están fritas”). Las series son atrayentes pero estaría bien combinarlo con algo de paseo o tomar una cerveza con los amigos. Es importante tener una buena calidad de ocio.
Conclusión
La salud psicológica se basa en un equilibrio entre los estímulos que recibimos y el reposo que nos damos. En una sociedad en la que la información es un exceso, en que recibimos esa información de forma pasivo es importante tener espacios para la reflexión propia, personal, sin pantallas que nos mediaticen y un descanso o meditación suficiente para procesar toda esa información que nos ha impactado.