Uno de los alumnos del curso de nutrición online en su presentación decía: “soy intolerante a la lactosa, al gluten y a los frutos secos pero descarto tener nuevas intolerancias alimentarias en el futuro”. Esta afirmación, elogiable por su sinceridad, manifiesta una tendencia en nuestra sociedad: “ser intolerante a los alimentos está de moda”.
Si preguntáis a personas de vuestro entorno o quizá vosotros mismos, veréis que muchas personas expresan su malestar al tomar determinados alimentos. Vuestro cuñado es intolerante al gluten (y se ha hecho las pruebas…), mi compañero de trabajo no puede comer determinados lácteos ni leche y así, muchos casos.
Como veremos, la intolerancia alimentaria consiste en el déficit de determinadas enzimas (moléculas que rompen los nutrientes en trozos más pequeños).
Por ejemplo, las personas con déficit de lactasa no pueden digerir la lactosa de la leche porque no tienen esa enzima, lo cual les provoca malestar, irritación digestiva e incluso síntomas generales del organismo.
Alergia, intolerancia y toxicidad digestiva
La alergia es una reacción de hipersensibildad del organismo ante una substancia, llamada alérgeno, que la identifica como externa y nociva (sin serlo).
Muchas personas reaccionan espectacularmente ante la presencia de substancias a las que son alérgicas como los cacahuetes o el marisco. El origen de unas y otras, intolerancias y alergias es desconocido y la medicina sólo puede tratar los síntomas o detectar factores predisponentes para evitarlas.
Las intolerancias y las alergias alimentarias son dos polos de una forma de reacción del organismo, del tubo digestivo. Lo que confunde más, y de ahí la proliferación de personas que afirman ser alérgicas o intolerantes a un alimento es que existe una forma intermedia de inflamación.
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Determinadas moléculas, pequeñas y que no forman parte de los nutrientes que conocemos (glúcidos, vitaminas,…) son tóxicas o irritantes para el tubo digestivo.
Los más frecuentes son: los salicilatos y benzoatos que se encuentran en determinadas especias, frutos secos, frutas y verduras; también los sulfitos, aminas y nitratos y algunos antioxidantes, productos que se usan para dar aroma y sabor, y que encontramos en el vino, pan y cereales, leche y elaborados cárnicos.
Nuestro organismo no tiene siempre la misma capacidad para procesar los tóxicos. Esto significa que es posible que en condiciones normales podamos metabolizar los salicilatos del café y éstos no nos afectan.
Ahora bien, si estamos debilitados por una infección vírica o de otro tipo, un estado emocional decaído, la exposición a tóxicos o la propia polución, ese mismo salicilato se convierte en tóxico y nos genera inflamación.
Los alimentos contienen una gran variedad de substancias: nutrientes pero también tóxicos (este tipo de substancias que estamos comentando). En su estado natural esas sustancias están presente pero aun lo están más en los alimentos procesados… y tienen además una mezcla de tóxicos.
Con esto queremos decir dos cosas:
- Podemos confundir una intolerancia con un tóxico alimentario
- Varios tóxicos pueden estar en un mismo alimento y los tóxicos pueden estar en varios alimentos.
No sabremos a qué alimentos somos sensibles y si eliminamos el alimento que nos afecta el problema digestivo puede venir por otro alimento.
¿Qué hacer en casos de toxicidad alimentaria?
Entonces, si sentimos que es posible que determinada sustancia puede ser tóxica para nosotros, ¿qué podemos hacer? He aquí algunas de las posibilidades:
- En situaciones de debilidad, cuidar mucho lo que comemos
- La salud de la mucosa intestinal depende de una dieta sana, variada y rica en fibra
- Nuestras emociones afectan al tubo digestivo. Cuidado con el estrés, los cambios de estación y los altibajos hormonales
- Evitar lugares polucionados o con ambiente cargado de irritantes
- Evitar los alimentos procesados
- Investigar el grupo de alimentos que más nos afecta e identificar los que entrañan más peligro para nosotros
- No debemos ver a un determinado alimento como “el enemigo”. Algunas investigaciones han demostrado que personas que tomaban, sin saberlo, el mismo alimento del que se declaran intolerantes, ¡no tenían ninguna reacción digestiva! Esto deja en evidencia la importancia del factor psicológico en este tipo de reacciones digestivas.
En definitiva: alergia e intolerancia se han convertido en alergia, intolerancia y toxicidad digestiva. Para mayor claridad y puesto que hemos hablado detalladamente de la toxicidad, vamos a ver las características de las alergias y las intolerancias alimentarias.
Alergias e intolerancias alimentarias
Podemos simplificar las características de las alergias y de las intolerancias por dos causas y un factor común.
- Las alergias son una respuesta del sistema inmunológico. Las moléculas que producen la respuesta inmune exagerada son las inmunoglobulinas, algo así como la guerra química contra todo lo extraño al organismo. Por el contrario, las intolerancias alimentarias vienen causadas por la deficiencia o ausencia de alguno de los enzimas digestivos. Este déficit hace imposible el procesamiento digestivo del alimento, o mejor dicho, nutriente que es digerido por esa enzima y queda en el tubo digestivo sin transformar, tal y como lo comimos.
- Tanto las alergias como las intolerancias provocan la secreción de histamina que es la molécula desencadenante de la inflamación. La diferencia entre las dos enfermedades es que la alergia produce la inflamación “desde dentro”, es decir por debajo de la mucosa, del recubrimiento del intestino (aunque también aparecen síntomas generales). Por el contrario, la intolerancia genera histamina igualmente pero esta viene “desde fuera”, desde la luz del tubo por encima de la mucosa digestiva.
- Es común a la intolerancia y a la alergia que la inflamación que producen causa dolor, distensión abdominal, edema (hinchazón) de la mucosa y dilatación de los vasos sanguíneos. Esa inflamación, digamos congestión, es captada por los receptores sensoriales de la zona y transmitido a los centros nerviosos del dolor. Esto explica muchos de los síntomas de ambas enfermedades y su parecido.