La alimentación está muy relacionada con la salud
Comer es un acto social que escapa al simple hecho de nutrirnos, que se convierte en un lugar de encuentro con la familia o amigos, en las celebraciones. Los cumpleaños, bodas, navidades,… son momentos que se comparten alrededor de una comida. Y, en esa comida, a manudo cometemos excesos. ¡Veamos cómo es el menú de una comida “especial”!
Menú:
- El aperitivo
El inicio es interesante porque tenemos una parte llamada “aperitivo” y que sirve para abrir el apetito. ¿Os habéis preguntado cómo comer puede “abrir” el apetito? Pues sí, disponemos de una pequeña trampa en la que ya comiendo se incrementen nuestras ganas de comer. Se trata de platos y bebidas saladas o amargas como patatas “chips”, olivas, jamoncito, berberechos, mejillones, vino blanco, Martini… En la boca producen salivación y en el estómago y tubo digestivo la secreción de ácido gástrico y jugos digestivos. Tomad nota: sal, alcohol, proteínas y grasas.
- Los entrantes
Estos sirven para lo que indica su nombre, para entrar: sopa fría o caldo, canapés, gambas, etc. Y eso acompañado de vino blanco o rosado. Anotemos de nuevo: Sal, alcohol, proteínas y grasas. Alguno habrá que a esté mojando pan. Añadid: farináceos.
- Llegamos al plato principal
Carne o pescado; es decir: proteína o proteína. Suelen presentarse con salsas basadas en crema de leche y guarnición de patatas fritas o asadas o, puré. Aquí mojan pan muchos de los comensales y la bebida es vino tinto. Seguimos anotando: proteína, sal, grasa, harina y alcohol.
- Y… el postre
A estas alturas hemos tomado suficiente sal y alcohol como para que nos estemos deshidratando por dentro. Ya no podemos más. Pero, finalmente, viene el postre. Vamos, que después de tanto salado y condimentado necesitamos un cambio y éste viene con el azúcar: pasteles, mousses, helados, natillas,…
Algunos dicen que facilitan la digestión pero, ¿cómo va a facilitar la digestión comer más? Pues sí, como a nadie le amarga un dulce, finalmente tomamos nuestra porción. Anotad: azúcares y grasas.
Las consecuencias de la tentación
Ante estas comilonas podemos dejarnos llevar por la gula o ser el tipo “estricto” que dice: yo eso no lo como porque yo me cuido. En resumen, puedo apuntarme o no al banquete.
Por otro lado, por un día no pasa nada y para eso estamos en una comunidad. No se pueden hacer juicios de valor ante ninguna de las dos posiciones. Todo es respetable pero veamos las consecuencias para los que han caído en la tentación.
El problema inmediato es la sensación de embotamiento, plenitud, torpor y el estómago está pidiendo ayuda para triturar todo lo que le ha llegado. Entonces aparecen los licores.
Aparte de desinhibirnos y desanimarnos, el alcohol es una anestesia para las terminaciones nerviosas del estómago y hace que no tengamos “sentido” de que el estómago está dilatado.
El alcohol nos esconde información sobre que estamos saturados pero es un buen digestivo (para pasar el primer impacto). Bailamos, cantamos, contamos chistes y nos vamos para casa…
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Al día siguiente aún estamos haciendo la digestión. ¿Cómo planteamos la dieta después del día D? Vamos a analizar los daños y a actuar en consecuencia.
Lo que tomamos ayer fue básicamente un cóctel de proteínas con sal, alcohol y azúcares. En conjunto esta combinación aumenta la acidez del organismo que debemos compensar.
¿Y al día siguiente que?
Podemos empezar por zumos de fruta o un poco de lácteo. Las frutas son ácidas y la leche es ligeramente alcalina. Esto puede sorprender pero debemos recordar que tanto unas como otra tienen un efecto amortiguador; es decir, impiden que la acidez o alcalinidad se vayan hacia los extremos. En este caso, amortiguan la acidez.
Como puede verse, estamos hablando de líquidos y, en este sentido, el agua juega un papel fundamental en la depuración.
El agua arrastra el exceso de sal, el ácido úrico (generado por las proteínas y el alcohol) y todos los residuos químicos de las comidas muy elaboradas. O sea que una buena receta es: ¡agua, agua y agua!
Podemos ayudar a la neutralización del estado ácido con caldos vegetales o ensaladas que además aportan vitaminas. Éstas, a su vez, ayudan al hígado en su actividad de “bomba” de depuración y evitar efecto de oxidante de muchos condimentos. ¡Ojo! No todos los condimentos son malos, ¡el problema son las cantidades y las mezclas!
Por último, necesitamos recargarnos con energía sana: pan o arroz integral, fruta o unos frutos secos serán de gran ayuda. Además aportan fibra que ayuda a desatascar.
Tanto si has participado en la comilona como si has sido un simple espectador, sigue o recomienda estas pautas y, al día siguiente, ¡a entrenar con toda normalidad!