Hace semanas que llegó la primavera y con ella comienza el buen tiempo. Sin apenas darnos cuenta hemos dejado atrás el paraguas, el abrigo, el suéter de cuello alto y demás indumentaria invernal para desempolvar prendas más fresquitas y estivales que hasta ahora se amontonaban en algún lugar del armario.
Vuelve eso de ir por la calle y observar cómo a tu alrededor la gente desfila (algunos con más estilo que otros, todo hay que decirlo) con modelos cada vez más parcos en tela, casi veraniegos, luciendo más y más superficie dérmica a medida que el mercurio va subiendo.
Todos parecen disfrutar con cada nuevo rayo de sol… ¿Todos? ¡No! Un nutrido (guiño, guiño) grupo de transeúntes portadores de irreductibles lorzas (o bracitos de espetec, que también los hay) resiste todavía al invasor. ¿Te suena?
Dejando de lado a aquellos para los que el verano es una estación más, el mundo se divide claramente en dos tipos de personas: las que están deseando que llegue el buen tiempo para lucir palmito y las que a medida que los días son más cálidos comienzan a sufrir cierta angustia al constatar que antes o después habrán de prescindir de las incondicionales prendas de abrigo que tan discretamente han ocultado su figura durante los meses más fríos, esa silueta que tuvo tiempos mejores o simplemente no es la que anhelan.
La realidad
La realidad no es Instagram, de hecho Instagram no ayuda mucho a la gente que está en el segundo tipo, es más, puede llegar a elevar su sufrimiento.
La realidad es que la operación biquini es caca y uno de los grandes enemigos de las personas que desean tener una apariencia diferente pero que por alguna razón no lo consiguen (el otro son ell@s mism@s con sus constantes “peores decisiones”).
La operación biquini es como el Día de los Enamorados o el Black Friday, se lo ha inventado alguien muy listo para ganar pasta a costa de nuestras fácilmente manipulables emociones, asúmelo.
Si llevas todo el año sin apenas mover el trasero de la silla o el sofá, comiendo y bebiendo sin control al más puro estilo Nerón todo lo que caía en tus manos, no puedes pretender revertir los efectos de semejante alarde primermundista en poco más de un mes.
Entiéndelo, l@s guap@s cuyos cuerpos admiras no han conseguido lucir así por la operación biquini. Su aspecto, en la mayoría de los casos, es el resultado de años de dedicación y constancia tomando muchas pequeñas “mejores decisiones”.
Si no eres de entrenar todos los días es posible que alentado por la operación biquini comiences a asistir al box o salgas a correr todos los días durante las próximas seis u ocho semanas, pero aparte de que seguramente te supondrá un tremendo esfuerzo que acabará convirtiéndose en suplicio que odiarás es probable que termines lesionándote (esa molestia en el hombro, la rodilla o la zona lumbar que al principio solo aparece cuando entrenas pero que poco a poco se va quedando a vivir).
¿Y la alimentación?
Y lo mismo pasa con la alimentación. Entrenar te hace ser más fuerte y estar más san@, pero no necesariamente te hace estar más delgad@ o musculad@ (ah, ¿que no lo sabías?).
Para la mayoría de las personas, la manera más eficaz de reducir su grasa corporal es comer mejor y comer un poco menos, mientras que la manera más eficaz de aumentar la masa muscular es comer mejor y comer un poco más, y si no eres de comer de esta manera varias veces al día (porque al fin y al cabo el entrenamiento suele ser una vez al día, pero lo habitual es comer de dos o tres veces para arriba) también te costará un gran esfuerzo hacerlo a rajatabla durante los próximos dos meses.
Y ¿qué hay de malo en esto de esforzarse y sufrir para conseguir un objetivo?
Pues que las personas podemos sufrir mucho un poco de tiempo, o poco durante mucho tiempo, pero no solemos tolerar mucho sufrimiento mucho tiempo, y menos voluntariamente, pues antes o después eliminarás el “agente estresante” de tu vida, y eso sería caer en un bucle; sufres dos meses como loc@ y luego reniegas del entrenamiento y la alimentación útil para tus objetivos estéticos durante el resto del año (en el que no hay que lucir figura), lo que te hará perder la apariencia que con tanto esfuerzo y sufrimiento has conseguido y te abocará a volver a esforzarte y sufrir otros dos meses.
Es el Ciclo Sin Fin de El Rey León pero en plan bulimia.
Lo que te propongo desde aquí es sencillo. Si no sabes qué narices hay que hacer para conseguir la apariencia que deseas, ponte en manos de buenos profesionales, que los hay (entra en el registro de profesionales de Orthos). Si lo son te asesorarán correctamente (y lo primero que te dirán es que necesitas ir cambiando hábitos progresivamente y que no es un proceso rápido).
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Si por el contrario sabes lo que hay que hacer pero no te decides a ponerte, juega a tomar pequeñas “mejores decisiones” que no te supongan apenas esfuerzo, es decir, piensa cuál es el más pequeño cambio que puedes hacer para acercarte un poco más a la apariencia que deseas, algo que te sea sencillo de realizar y no sea fácilmente detectado por la gente que te rodea (no se trata de que lo ocultes, sino de que sea tan pequeño que la mayoría de la gente de tu entorno ni siquiera lo perciba, eso te confirmará que es fácil de realizar para ti)
Por ejemplo subir un piso por las escaleras al llegar a casa aunque el resto lo hagas en ascensor, o comerte una galleta menos con el cacao de por la noche, o cambiar el refresco normal del aperitivo por uno “cero”, o hacer una serie de flexiones antes de irte a dormir, cosas así. Lo repites dos o tres días y cuando lo tengas instaurado añades otra pequeña “mejor decisión”.
Si haces eso y lo mantienes, cada tres o cuatro días tendrás adquiridas nuevas pequeñas “mejores decisiones”, y cuando te quieras dar cuenta habrás añadido a tu vida nuevos hábitos fáciles de mantener en el largo plazo y que te estarán acercando cada vez más al cuerpo que deseas lucir.
Lo bueno de esto es que es como un juego de pequeños (muy pequeños) desafíos que no deben suponer un esfuerzo.
Lo malo es que no está pensado para el corto plazo… o quizá justo eso es lo que hace que funcione al alejarnos de la procrastinación y el bucle del efecto rebote.
Un consejo, ten bien definido desde el principio de qué forma podrás comprobar si estos pequeños cambios están funcionando (suele ser más útil cómo te queda una camisa o una falda que la báscula, aunque hay veces que un “estás más delgad@” o un “estás más fuerte, ¿no?” pueden ser excelentes confirmaciones de que vamos por el buen camino).
Sobre todo cultiva un poco de paciencia, recuerda que aunque hay cambios más inmediatos esto funciona al medio plazo, así que haz las comprobaciones cada dos o tres semanas, no antes.
Para terminar, la gente con tipazo lo suele mantener más o menos todo el año, no son “biquini victims”, y lo consiguen tomando esas “mejores decisiones” la mayor parte del tiempo, y digo la mayor parte porque también se dan sus caprichitos, caprichitos que se han ganado con creces y se pueden permitir porque ese chocolate, esa pizza o ese día de peli y mantita en lugar de ir al gym también puede ser una “mejor decisión” si lo que quieres es mantener tu nuevo estilo de vida a largo plazo, ese que te permita lucir el cuerpazo que tanto deseas.
Por Claudio Caamaño