El rendimiento deportivo depende de la capacidad del cuerpo para moverse con la máxima potencia y el menor desgaste energético. Las articulaciones deben estar libres de restricciones para poder tener un movimiento con la máxima eficiencia.
Esto significa que las superficies articulares deben estar perfectamente alineadas, que la cápsula y los ligamentos tengan la elasticidad que es natural, que músculos situados alrededor de la articulación están equilibrados y correctamente coordinados por el sistema nervioso.
La osteopatía es un método manual que ayuda a corregir muchas disfunciones de este tipo y, por tanto, mejorar el rendimiento físico de los deportistas.
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Biomecánica fluida
Los huesos y las articulaciones dan estabilidad y movilidad al cuerpo. En los gestos deportivos, unas partes del cuerpo se estabilizan y, así, son una base sólida para los otros segmentos que están en movimiento. La movilidad/estabilidad depende del correcto funcionamiento mecánico de los huesos, articulaciones, fascia, nervios y músculos.
El aparato locomotor se estudia como un mecanismo de palancas con el punto de apoyo en la articulación, los brazos de palancas son los huesos y las fuerzas (momentos) corresponden a los pesos de movemos y a la fuerza de los músculos. Este es un modelo mecanicista de la biomecánica que puede ser más detallado si queremos entender mejor cómo funciona el movimiento humano.
La idea de mecánica y de palanca se amplía con el concepto de “estado de flotación” de la articulación con el que se quiere indicar que los cartílagos, la cápsula articular, los ligamentos y el propio hueso, son elásticos (o mejor dicho, viscoelásticos). En conjunto, podríamos asociar esta idea a un concepto de “biomecánica fluida”.
Una “palanca biológica” no tiene un punto de apoyo fijo sino que el punto de contacto varía constantemente con el movimiento y se sitúa en diferentes puntos del cartílago articular (recordemos que este cartílago está muy hidratado y que soporta grandes cargas).
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El eje alrededor del cual gira una articulación cambia de orientación y situación mientras un hueso se desliza respecto del otro. De hecho, la “forma” de las superficies articulares cambia constantemente; es una pieza fluida, no sólida. Los huesos no se apoyan o cargan directamente unos sobre otros sino que flotan sobre el cartílago articular, de una forma vibrante, resbaladiza y adaptativa.
Un aspecto especial de la biomecánica fluida es que explica porque los movimientos de “ida y venida”, es decir, el movimiento articular y su antagonista (por ejemplo, la flexión y extensión de la rodilla) tienen trayectos diferentes. En concreto la ida y la vuelta de los huesos no pasan por el mismo lugar si lo observamos en 3 dimensiones.
Es más las trayectorias también son diferentes cada vez que repetimos una acción: nunca hacemos dos veces el mismo gesto. Esta variabilidad depende de cambios en el entorno y sirve para adaptarnos a esos cambios, para hacer el movimiento más preciso y eficaz.
El impulso motor cerebral se realiza según informaciones sensoriales. Mientras ejecutamos el gesto, el entorno cambia y la fluidez de las articulaciones con sus “micromovimientos” permite afinar la posición de los huesos. El movimiento es así preciso, económico y eficiente. Las líneas de fuerza “vibran”, se multiplican en un ajuste constante a las necesidades de las cargas articulares en cada momento.
Micromovimientos y macromovimientos
Las articulaciones pueden moverse de formas muy variadas. Las articulaciones esféricas, por ejemplo, tienen movimientos en 6 sentidos: flexión-extensión, inclinación lateral derecha e izquierda y rotación derecha e izquierda. Estos son los “macromovimientos”, los movimientos visibles que todos conocemos: flexionar las rodillas o separar el brazo del lado del tronco…
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Sin embargo, las caras articulares se mueven de otra forma más sutil y casi imperceptible en los “micromovimientos”. En estos movimientos las superficies deslizan entre sí, se comprimen o descomprimen.
Las articulaciones pueden tener deslizamientos antero-posteriores, laterales a derecha e izquierda, compresión y descompresión. En total tenemos 12 movimientos: 6 macromovimientos y 6 micromovimientos.
El estado “flotante” óseo sobre los cartílagos articulares es el que produce los macromovimientos y micromovimientos. Incluso cuando la congruencia articular es máxima (“locking” o bloqueo, como cuando encajamos la rodilla) los huesos fluctúan entre sí.
El movimiento “macro” depende de la libertad de los movimientos “micro”. Un bloqueo articular muy pequeño puede bloquear el arco de un movimiento grande y visible: se reduce el rango de movimiento de esa articulación.
Dicho de otra manera, algunas veces podemos observar una reducción del rango de movimiento articular (macromovimiento) debido a que algún micromovimiento está bloqueado o reducido. Este bloqueo puede reducir la eficiencia del movimiento y por tanto afectar al rendimiento del deportista.
El cartílago articular
El cartílago articular parece rígido, a simple vista. Sin embargo, sabemos que tiene gran capacidad plástica y elástica. Este cartílago contiene agua retenida por moléculas hidrofílicas, una especie de burbuja o esponja con una superficie externa que soporta gran tensión.
La estructura se pre-tensa gracias al colágeno (proteína muy resistente) y proteoglicanos (moléculas de proteína+hidrato de carbono que retienen mucha agua) del interior del cartílago y así, el tejido “hinchado” soporta la presión del peso. Los movimientos “micro” y “macro” de los cartílagos ocurren al adaptarse una superficie elástica con su complementaria.
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Movilizaciones
El término “movilización” en el ámbito de la osteopatía y las técnicas manuales se refiere a los movimientos en que se aplica una o varias fuerzas, con movimientos rotatorios, de traslación o inclinación, para conseguir un mayor movimiento articular.
Las movilizaciones articulares actúan sobre las cápsulas y los ligamentos que se estiran ligeramente al “desplazar” los extremos óseos de la articulación.
Si una articulación padece un trastorno funcional, tiene una restricción y ve reducido su arco de movimiento, tiene un tope patológico, y la percepción que tenemos es que no es elástica.
Las movilizaciones con torsiones y rodamientos sobre los huesos, presionando unos con otros en su unión, producen deslizamientos, torsiones y desplazamientos que desbloquean la articulación, liberan los micromovimientos de ajuste y aumentan la amplitud de los movimientos de esa articulación.
La osteopatía puede ayudar a los deportistas a mejorar su rendimiento al liberar restricciones y facilitar la movilidad en todos sus aspectos. Evidentemente, la osteopatía tiene un conjunto de técnicas que van más allá de las movilizaciones. Sin embargo, sólo con las movilizaciones articulares, ya podemos entender los beneficios que las técnicas osteopáticas pueden aportar a la mejora del rendimiento deportivo.