Orthos es una escuela que se dedica a la formación integral de las personas. Los cursos están diseñados para dotar de competencias, habilidades y conocimientos a los alumnos para que puedan desarrollar su actividad profesional según los requerimientos actuales de las empresas del sector.
El masaje dentro del curso de Quiromasaje
La anatomía, las maniobras, la técnica en cada zona, la percepción sensible mediante el tacto son algunos de los conocimientos y habilidades que vas a aprender.
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La aplicación correcta de un masaje exige conocer el lugar donde la aplicamos, qué músculos, huesos, vasos y nervios hay en la zona, que precauciones debemos tomar.
La detección de zonas sensibles, rígidas, frías o calientes sirve para decidir que técnica vamos a usar en función del objetivo a conseguir.
La aplicación correcta de cada una de las maniobras incluye la correcta posición del paciente y del masajista, usar la presión, inclinación y dirección de la maniobra de forma adecuada o usar las manos con el agarre, la parte de la mano con que debe hacerse la técnica.
Todo esto es lo que conforma un plan de estudios para aplicar un masaje adecuado a las necesidades de la persona.
Lo que aprenderás de más en el curso de Quiromasaje
Los aspectos técnicos tienen gran importancia para asegurar la efectividad de las técnicas y la seguridad para el cliente.
Sin embargo hay aspectos de “actitud” que son esenciales para prestar un servicio adecuado. Algunos de los más importantes son:
- Visión global
- Mínima intervención
- No “diagnosticar” por adelantado
- Respeto
Visión global
El masaje tiene efectos en la zona en la que se aplica pero también tiene efectos reflejos, a distancia. La idea es como si estirásemos una tela por un punto y ver que los pliegues que se forman alcanzan todo el tejido.
Cuando hacemos un masaje en la zona lumbar, por ejemplo, tiene una importante repercusión hacia abajo (extremidades inferiores), hacia arriba (tronco y extremidades) y hacia adentro (vísceras abdominales). Podemos mejorar una colitis por medio de masaje en la zona lumbar. Todo esto es una visión orgánica del trabajo.
Desde el punto de vista emocional, el masaje ayuda a su manejo y resolución cuando afectan a la salud de la persona. Si consideramos las emociones como un impacto en la persona en primer lugar llegan al cerebro pero éste se desborda y el exceso de estímulo nervioso impacta en los músculos, en la fascia y en los órganos.
El miedo, la angustia o la rabia sobrepasan la capacidad de análisis por parte del cerebro y ese “estrés” emocional puede provocar ardores, estreñimiento, contracturas, atrapamiento de nervios o arterias, etc.
Al deshacer tensiones mediante el masaje, estamos deshaciendo nudos emocionales que afectan al cliente. Sería el aspecto psicosomático del masaje que a veces es el fundamental para que la persona note mejoría de sus problemas.
Mínima intervención
La intervención del masajista no tiene porqué ser siempre muy enérgica. Al contrario, cuanto más sutil y suave sea mejor. El masajista se comunica con el paciente piel a piel.
Las manos del masajista indican el sentido de la corrección pero quien realmente hace todo el esfuerzo por mejorar, por curarse es el paciente. Todos nosotros tenemos recursos en nuestro interior para curarnos y manejar nuestras dolencias. En este caso, el masajista nos indica el camino para empezar a trabajar en nuestra propia recuperación.
No “diagnosticar” por adelantado
El masajista no hace diagnósticos de patologías, sólo detecta disfunciones y alteraciones en el estado de los tejidos.
Si la persona se queja de dolor en un tobillo y recientemente ha padecido una torcedura, es probable que prejuzguemos que el problema es un esguince de ligamentos o una rotura fibrilar.
Sin embargo, ese dolor se puede deber también a una hernia discal que atrapa el nervio ciático o a mala posición de los huesos del pie. El masajista debe dejar la mente en blanco en cuanto a “pensar” en lesiones. La actitud adecuada es la de encontrar más que buscar.
Respeto
La comunicación con la persona se produce a un nivel muy profundo, íntimo. El masajista se puede comunicar verbalmente o por el tacto. En este proceso de comunicación, el masajista se debe adecuar al cliente, no al contrario.
Imaginemos que la persona es alguien muy tranquilo, lento en su actitud y en su discurso. Si el masajista le habla rápidamente o realiza maniobras con cierta velocidad, no entrará en “conexión” con el usuario.
La correcta actitud es que el masajista empiece a reducir la velocidad de su discurso o de su trabajo manual para sincronizarse con la persona y mejorar el canal de comunicación.
De hecho, una buena forma de trabajar es identificar el perfil de la persona, con sus peculiaridades: actitud postural, forma de desvestirse, vocabulario que usa, frecuencia respiratoria, velocidad del discurso y copiarlas para que la persona se sienta comprendida y nuestro trabajo llegue de forma más eficaz.
Contenidos del curso de Quiromasaje
El programa de un curso incluye los objetivos a alcanzar y las competencias a adquirir. Los conocimientos y habilidades que se adquieren a lo largo del curso se pueden definir fácilmente, podemos ordenarlos y asignarles una temporización.
Las actitudes de las que estamos hablando tienen mucha complejidad y se asocian con el carácter del alumno. Por tanto, son unos contenidos que se deben trabajar a lo largo del curso, de forma transversal y asociados al comportamiento del alumno durante el curso y, en general, en la escuela.
¡El buen masajista tiene una buena actitud durante el masaje!