El acto de friccionar la piel cuando nos damos un golpe o tenemos una zona inflamada es tan antiguo como la historia de la humanidad, así que podríamos decir que la historia del masaje se remonta a los principios de nuestra existencia como seres humanos.
Se trata de un acto instintivo o una forma de curación guiada por la intuición, en la que realizamos una fricción en una zona dolorosa.
No es algo tan ingenuo como puede parecer. El hecho de masajear o friccionar una zona genera una gran cantidad de señales nerviosas (sensaciones) que van desde la piel y los tejidos bajo ella, hacia el sistema nervioso.
En esta situación, la cantidad de información sensorial que entra a través de los nervios y que se dirigirá al cerebro pasa por la cordón o médula espinal.
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En la entrada de la médula, las sensaciones de dolor se mezclan con las sensaciones del tacto, del roce por lo que se produce un “embotellamiento” de estímulos que obliga a establecer un cierto filtro y parte de las sensaciones de dolor que llegarían al cerebro, deben quedar frenadas.
La sensación de dolor disminuye por la saturación de las transmisiones por la médula: es el mecanismo analgésico denominado como “gate control”.
Todas las culturas han usado el masaje como técnica de sanación. La palabra masaje viene del árabe “mas’h” que significa tocar o amasar.
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Existen escritos chinos de más de 4.000 años de antigüedad en que ya se citada el masaje y algunos escritos posteriores afirmaban que friccionarse con la palma de la mano protege de los resfriados, hace que los órganos sean flexibles y previene pequeñas dolencias. Quizá es la referencia más antigua que existe sobre el masaje como medio preventivo.
En Egipto, existen tumbas (parece ser que de médicos de faraones), concretamente en Ankmahor y en ellas encontramos pinturas murales en las que se que representa a terapeutas o médicos, practicando reflexología podal.
En la India se ha practicado extensamente, y se cita en los textos Védicos. En especial, el masaje “Shantala” se aplica a los bebés y en él se utilizan aceites o cremas especiales naturales, siguiendo el principio de la medicina ayurvédica en la que se dice que no debe aplicarse nada en la piel que no pueda ser ingerido. Se aconseja que este masaje se realice a diario, como una rutina.
Hipócrates, a quien se considera el iniciador de la medicina moderna, ya conocía el beneficio de la unción con aceites, «… el roce puede unir una articulación que está demasiado suelta o aflojar una articulación que es muy rígida».
Los griegos la conocían como el arte de la “anatripsis” que se define como el uso de la fricción como una forma de terapia. Es el masaje usado como una modalidad de tratamiento para una enfermedad médica particular. En la mayoría de los casos, no se requiere una medicación especial cuando se practica la “anatripsis”.
Galeno, el médico griego que destacó en Roma, desarrolló innumerables técnicas de masaje que aplicaba a los gladiadores. En su libro “Gimnástica” llega a clasificar distintos tipos de masaje y podríamos decir que es el fundador del masaje deportivo o terapéutico.
Con el desarrollo de las termas y el spa (“salus per acqua”) el masaje llegó a ser muy popular en Roma. Los “traclatores”, generalmente griegos o egipcios, fueron los encargados de aplicar profesionalmente las técnicas de masaje preventivo y terapéutico.
Durante la Edad Media, en occidente, el masaje pasó a ser una práctica mal vista por la Iglesia, que la consideraba pecaminosa por el contacto carnal.
Sin embargo, en ese periodo, los árabes, que fueron el eje cultural del mundo, continuadores de la sabiduría griega y romana, y traductores de las obras de los clásicos, continuaron practicando el masaje.
De hecho, las obligaciones religiosas del Islam regulaban los hábitos higiénicos y la proliferación de los “hammam” (lugares parecidos a las termas) eran lugares en los que era habitual recibir un masaje corporal. Avicena (980-1037) fue un médico, filósofo y científico persa cuyos libros más conocidos son “El libro de la curación” y “El Canon de medicina” (Canon de Avicena). Avicena escribió un tratado sobre los baños, los masajes, el valor curativo de la música, el sueño y el reposo.
El masaje volvió a hacerse popular en Europa gracias al trabajo de Per Henrik Ling, considerado como el pionero de la gimnasia médica sueca. A veces, también se le considera como el padre del “masaje sueco”, que ayudó a difundir, pero no fue Ling su creador.
Podemos considerar que fue Georg Mezger el que describió y clasificó diversas técnicas de presión, frotamientos, vibraciones, etc. Y que estableció las bases del “masaje sueco”.
Ling era conocedor de estos trabajos, de la eficacia del masaje y que había sido empleado anteriormente en diversas culturas. Él fue el primero en desarrollar un sistema de terapia manual integrado, que combina el entrenamiento físico y procedimientos de gimnasia con el conocimiento de la anatomía, la fisiología y la patología.
El sistema de Ling se difundió por toda Europa y las técnicas de masaje (que incluyen presión, fricción, vibración, percusión y rotación) formaban parte de su metodología de trabajo.
Hoy en día, el masaje tiene identidad propia, se han demostrado los efectos beneficios que tiene sobre innumerables patologías y se han descrito los mecanismos fisiológicos e histopatológicos por los que funciona.
El masaje es el precursor de las otras formas de terapia manual, incluyendo terapia física, quiropráctica y ortopedia; y, es la base de cientos de técnicas que han proliferado en los dos últimos siglos: osteopatía, shiatsu, reflexología, reiki, quiropraxia, terapia neuromuscular o la terapia craneosacral, entre otros muchos.
La sociedad actual con todas sus necesidades en cuanto a tratamiento y, sobre todo, prevención, considerando el ahorro del coste sanitario que puede obtenerse, del masaje y de todas las ramas que divergen de él, se ha convertido en una necesidad; no en una medicina alternativa sino una medicina de primer orden, imprescindible, y uno de los pilares del mantenimiento de la salud y la buena forma física.