El sector del Fitness está formado por empresas de servicios que ponen los medios necesarios para poder entrenar, cuidar nuestra salud y hacer deporte. Además, se ponen en contacto personas que cuidan a otras personas, facilitando de este modo la interacción entre seres humanos.
Sin embargo, no debemos olvidar que el mundo del fitness es humano, de hecho, demasiado Humano para no reflexionar sobre algunas tendencias del sector. Pongamos algunos ejemplos para matizar este concepto.
“Demasiado humano”
El ámbito del Fitness es demasiado Humano como para dejar tan a menudo la relación del usuario a un interfaz de pantalla. Cuando usamos una máquina elíptica la relación con el gym tiene lugar a través de un equipo electrónico que indica mi velocidad, los pasos que doy, las calorías que consumo, etc. con lo cual estoy perdiendo oportunidades de “humanidad”.
Estrictamente, “interface” significa entre caras. En este caso el cliente tiene cara pero, ¿y la otra cara? ¿Son pixels? ¿Es la del ingeniero que diseñó el equipo?
Como responsable de una instalación o de una sala, debería preocuparme que ese cliente esté perdido mirando a la nada y poner a su disposición un equipo de personas, técnicos que interactúen con él; preguntando, mirando, vigilando la calidad de sus movimientos, corrigiendo si es necesario, etc.
El límite quizá sea molestarle pero, al menos, que las posibilidades de interacción estén ahí por nuestra parte. En este mismo sentido, ¿qué hacemos con los clientes que leen revistas o miran la tele al hacer bicicleta estática?
Quizá éste sea uno de los peores errores que podemos cometer: no sólo se trata de un cliente autómata sino que además su entrenamiento es ineficaz: “No brain, no gain”.
Un segundo ejemplo: el sector del Fitness es demasiado Humano para mostrarse en un tono tan imperativo, tan “prohibidor”, tan políticamente correcto, tan moralista. Los seres humanos somos un conjunto de “vicios privados, públicas virtudes” y, precisamente por eso, somos humanos.
Si me dirijo a recepción y pido que me atienda un entrenador personal porque quiero perder peso, vendrá un muchacho tremendamente amable y empático y me hará una encuesta y una entrevista personal.
Después de 30 minutos de charla, no sólo estaré obligado a hacer ejercicio tantas veces como sea posible sino que además, y sin haberlo pedido, me llevaré un montón de consejos nutricionales, no podré tomar cervezas con los amigos, deberé dejar de fumar lo antes posible y hacer una cura de desintoxicación porque soy un “yonki” del azúcar y la bollería.
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He entrado con un deseo (adelgazar) y una voluntad (empezar a entrenar) y me voy con tres pecados y dos obligaciones más; y luego nos quejamos de que la permanencia media en el centro es sólo de 6 meses; ¡lo extraño es que alguien vuelva al día siguiente! Somos demasiado Humanos como para soportar tantas órdenes y llegar a portarnos tan bien.
Tercer ejemplo: el entrenamiento es demasiado humano como para dejar que sea controlado tecnológicamente. Tenemos pulseras con acelerómetros, cintas rodantes que se ajustan a nuestra frecuencia cardiaca, máquinas reguladas electrónicamente para conocer nuestra 1RM o el peso que debemos mover al 80% en la parte excéntrica del ejercicio.
Cuando una persona tiembla al ejecutar una repetición forzada, ¿quién mide esa vibración? Cuando la descoordinación de nuestras piernas nos hace tropezar (siguiendo las pulsaciones indicadas), ¿quién está a nuestro lado para decir que bajemos el ritmo?
El Fitness es demasiado Humano para que los equipos electrónicos controlen todos y cada uno de los parámetros que indican que un entrenamiento se está realizando correctamente.
Apoyar con la mano el codo del cliente que está entrando en fallo, hablar con él y detectar que su test de charla (“talk test”) indica una intensidad excesiva, así sí, tratamos de humano a humano. El entrenamiento mejora, establecemos relaciones interpersonales de confianza y la calidad del servicio mejora, además de la experiencia.
En resumen, no podemos negar la gran utilidad de la tecnología, no podemos negar que establecer objetivos es una de nuestras funciones, no podemos negar que no llegamos a todos los clientes por igual pero si somos conscientes de las prioridades haremos del club un centro humano, muy Humano.
Nota: La mejor manera de empezar el día es pensar al levantarnos en hacer feliz al menos a una persona antes del crepúsculo. “Humano, demasiado humano” (Friedich Nietzsche).