Los entrenadores, siempre hemos estudiado los factores que nos hacen mejorar el rendimiento, y últimamente y por fortuna, también relacionamos el entrenamiento o ejercicio con salud.
La analogía que hace mi compañero Alfonso Barrie de Prehabilitate, es que siempre nos hemos preocupado sobre cómo podemos hacer que nuestro motor funcione mejor y produzca mas caballos de potencia.
Pero si queremos ser buenos ingenieros y mejorar nuestras cualidades físicas, tendremos que ocuparnos también de aquellos componentes que frenen nuestro rendimiento y también de los que mejoren nuestro control. Siguiendo con el símil, la aerodinámica, frenos, dirección, amortiguación, y la centralita electrónica.
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Teniendo esto en cuenta tendremos que empezar a entender como el Sistema Nervioso controla el movimiento y que, por lo tanto, lo condiciona. Aquí es donde entra en juego el dolor, y nosotros aunque no nos vayamos a ocupar directamente de su tratamiento, es decir no recomendaremos fármacos ni haremos diagnósticos, si debemos entenderlo porque nos condiciona enormemente.
En los últimos años se ha avanzado mucho en este sentido y hay que aclarar algunos conceptos confusos o no muy bien entendidos. Recomendamos encarecidamente un libro muy didáctico y referente en este aspecto titulado “Explicando el dolor”, cuyos autores son Lorimer Moseley y David Butler, de donde está sacada la mayor parte de la información que explicaremos en este articulo.
Primero vamos a definir el dolor: ”El dolor es una experiencia sensorial y emocional, subjetiva y desagradable, asociada con daño tisular real o potencial o descrito en función del daño”. Entender que el dolor y lesión y/o daño en el tejido no van unidos es algo básico y fundamental, y que los entrenadores y mucho más, los profesionales de la salud deben saber.
Dolor ≠ Lesión
EL dolor es una interpretación del cerebro de una amenaza que pone en juego su supervivencia. El dolor es una señal que lanza tu cerebro si piensa que estas en peligro. El verdadero objetivo del dolor es que cambies de acción. Así nos podemos encontrar con dolor sin daño en el tejido y daños en los tejidos que no producen dolor.
Sobre esto hay varios estudios muy concluyentes, como por ejemplo que en USA, hay entre un 35-40% de personas mayores de 40 años con roturas parciales de su manguito rotador totalmente asintomáticos. Y otra lesión muy típica, ¡los daños en los discos intervertebrales! Sabemos que hay un 30% de la población general, con daños tisulares, pero que también son totalmente asintomáticos.
También se ha visto en cadáveres, al realizar las autopsias, que tenían compresiones nerviosas importantes y estos individuos durante sus vidas no referían dolores. Por el contrario nos encontramos con el conocido “dolor del miembro fantasma” que es el dolor que padecen aquellas personas que sufren amputaciones. Debemos saber que el porcentaje es, ni más, ni menos que del 70%.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es la velocidad con la que se produce el daño en el tejido. Así cuando padecemos un traumatismo o la lesión se produce a gran velocidad, nuestro organismo casi siempre disparará la señal del dolor. Por el contrario, si la instauración de la lesión tisular es lenta y progresiva muchas veces no se dará la señal de alarma.
Curiosidades y estadísticas respecto al dolor
- Lo sufre un 20% de la población, es decir en cualquier momento del día hay un 20% de la población que sufre algún tipo de dolor.
- Al año se consumen 100 billones de aspirinas en todo el mundo y el abuso de estos medicamentos, supera en algunos países industrializados, a las muertes por abuso de drogas ilegales.
- Su consumo en los últimos 10 años ha aumentado entre un 30-40%.
Profundizando en el asunto, pensamos que la señal del dolor se dispara por unos sensores que se llaman «Nocioceptores», que como el mismo nombre indica, creemos que son los sensores que se activarán al producirse dolor en un tejido. Pues bien estos sensores son indicadores de peligro, no de dolor: concretamente son sensores químicos, mecánicos y térmicos, y una vez más, el cerebro es el que evaluará la situación y disparará la señal de dolor o no.
También tenemos dolor que no es producido o disparado por la señal de estos sensores, sino que es el mismo sistema nervioso produce el dolor (dolor neurogénico). Esta señal de peligro, se puede neutralizar o puede ser exacerbada. Los umbrales de activación pueden ser alterados.
Así por ejemplo el cuerpo puede segregar sustancias que modulan esta señal, como la serotonina, sustancia que segregamos cuando entrenamos o realizamos actividad física.
Otras sustancias incrementan esta sensibilidad como las prostaglandinas o la histamina que se liberan en los procesos inflamatorios y cuando alteramos la acidez de los tejidos. Las situaciones de estrés, y otras situaciones emocionales o la falta de sueño, también producen una mayor sensibilización al dolor.
Es más, sabemos también que la activación del dolor en personas que ya han sufrido una lesión se dispara antes o tienen aumentada su sensibilidad. El cuerpo ya reconoce antes la señal de amenaza y la activa con un menor estímulo.
Así que, el dolor esta en el cerebro y no en los tejidos, esto no quiere decir que este dolor sea real. ¡Tejidos ya curados siguen produciendo dolor! ¿Por qué? Porque el cerebro sigue interpretando que hay una amenaza. ¿En qué parte del cerebro esta?, pues bien, el dolor no está localizado en un sitio concreto, sino que está en varias zonas del encéfalo. El dolor produce cambios en el cortex: se producen cambios físicos e incluso hay zonas que se hacen más grandes.
Pero algo realmente importante para nosotros es que el dolor afecta a varios sistemas como el circulatorio, endocrino, inmunitario, nervioso y muscular.
Así, la respuesta muscular es una importante ventana para poder ver y saber que sucede en nuestro sistema nervioso. Y las áreas motoras se ven distorsionadas y se pierde precisión del movimiento.
Cuando el sistema nervioso interpreta amenaza, este modifica el comportamiento o la respuesta muscular, ¿Cómo? De diferentes modos: mediante el espasmo muscular, la inhibición, la compensación o el retraso en la activación muscular.
Una de las personas que más ha estudiado este fenómeno es Paul Hodges y especialmente en relación con el dolor lumbar crónico. Él detalla varias conclusiones, como retraso en la activación de la musculatura estabilizadora (transverso y multifidus), atrofia muscular en el multifidus, y patrones compensatorios en otra musculatura. Todo ello de un modo muy individual, es decir, cada persona responde de una manera y no se puede generalizar o extraer conclusiones generales.
Otro efecto secundario al dolor es que aumenta la fatigabilidad muscular, es decir disminuye su resistencia. Esto quiere decir que cuando el cuerpo dispara la señal de dolor, éste se siente amenazado haya lesión en el tejido o no, y esto afectará al sistema muscular.
Por lo tanto no lo podemos ignorar o enmascarar con la toma de fármacos, o sobreponernos con nuestra determinación. Creo que frases como “no pain, no gain”, “el dolor es pasajero, la gloria es para siempre” o “sin dolor no hay recompensa”, de los que entiendo el mensaje, debemos tener cuidado de que no sean malinterpretadas. Debemos entrenar con inteligencia y entendiendo lo que pasa en nuestro cuerpo en todo momento.
Si un ejercicio o movimiento produce dolor es que el organismo interpreta que eso es amenazante para ti, por lo tanto… ¡cuidado! Y, además, tu cuerpo va a alterar tu respuesta muscular quieras o no, e independientemente de tu fuerza de voluntad; ¡cambia de estrategia!
Por el contrario, para la mejora de la función muscular, que creo que es nuestro campo de actuación y donde nosotros podemos realizar cambios espectaculares, bajará sin duda la valoración de la amenaza y, por ende, la sensibilización al dolor o sus umbrales de activación.
Nosotros tenemos la experiencia de movimientos o gestos dolorosos, sin entrar a estudiar si hay una lesión o no, al cambiar la función muscular, desaparece el dolor.
Para concluir, entrenar con dolor no es una buena estrategia. El dolor es una señal de que estamos poniendo en peligro nuestra integridad y que debemos cambiar de acción. Si quieres saber que más aspectos afectan al movimiento, y por ende al ejercicio, y como lo hacen, os esperamos en nuestras formaciones de Prehabilitate, “prepare to move”.