Este artículo es la continuación de ¿Dolor en el hombro al entrenar? – Vol. I. Si todavía no lo has leído, te recomendamos que le eches un vistazo antes de seguir con la segunda parte:
Cuarta articulación
La cuarta articulación es la gleno-humeral, la que tiene lugar entre la escápula y la cabeza del húmero y a la que siempre llamamos “hombro”.
Esta articulación tiene una funcionalidad conflictiva: por un lado debe ser muy móvil para poder alcanzar objetos lejanos y a la vez debe ser suficientemente estable para poder golpear o empujar. Para conseguir el equilibrio entre estos dos extremos, tiene un diseño muy interesante.
La gran amplitud de movimiento se debe a que las superficies articulares son muy diferentes en tamaño: la cavidad glenoidea (situada en el extremo superior y externo del omóplato) es pequeña en comparación a la extensa superficie articular que recubre casi toda la esfera que es la cabeza del húmero.
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Para lograr la estabilidad, la articulación del hombro un tiene cinturón muscular que la rodea, como una funda, desde la escápula hasta el húmero. El subescapular por delante, el supraespinoso por arriba, el infra espinoso y el redondo menor por detrás y abajo cumplen una función de estabilización dinámica.
Dos grandes colaboradores a destacar son el deltoides (que al elevar el brazo, sube el húmero para volver a colocar la articulación bien centrada) y los dos orígenes del bíceps.
La porción larga del bíceps (PLB) se ve, a menudo, afectada de tendinitis provocando síntomas de dolor en el hombro que pueden confundirse con la inflación del manguito de los rotadores.
Esta arquitectura muscular da estabilidad dinámica al hombro (articulación glenohumeral) es complicada y tiene un equilibrio frágil. Por ejemplo, el supraespinoso pasa por un túnel entre la escápula y su propio acromion y, al elevar el brazo, choca con él (por eso son tan frecuentes las tendinitis del supraespinoso).
Los tendones posteriores se pueden romper y las tendinitis y rotura del subescapular son muy frecuentes; lo mismo que las fibrosis. Las luxaciones articulares son lesiones en las que la cabeza del húmero sale del hueco de la cavidad glenoidea por delante o por detrás y son bastante frecuentes.
Nuevamente, el centrado articular y el ajuste fino del movimiento se ven alterados por todas estas patologías y es necesaria la intervención del terapeuta.
Prevención de lesiones
Para prevenir todas las lesiones que hemos comentado debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Un buen calentamiento que disminuye la viscosidad y facilita la elongación, el acortamiento y la plasticidad del músculo y, además, recuerda la neurología de la coordinación intermuscular; entre otras muchas otras cosas más.
- Progresión adecuada, usando los kilajes que tocan en cada momento y sin saltarse etapas que sobrecargan innecesariamente los músculos y las articulaciones.
- Planificación: establecer unos objetivos claros y el programa para alcanzarlos y, si es necesario, adaptar el programa al estado de la persona en el día a día.
- Descanso, esencial para la recuperación de la “inflamación” que produce un entreno de calidad. Debemos reconstruir el músculo después de haberlo roto con el estrés del entrenamiento.
- Hidratación, para transportar nutrientes y eliminar residuos tóxicos después del esfuerzo.
- Suplementos, materiales para la reconstrucción (aminoácidos, glúcidos,…) y antiinflamatorios (especialmente naturales) para favorecer la recuperación y el anabolismo muscular.
- Estirar al final de la sesión, especialmente los músculos que más han trabajado. El estiramiento hace un efecto de bombeo de líquidos que entran y salen de las fibras musculares al tracciones o relajar lo que hace que entren materiales de recuperación y se eliminen residuos tóxicos.
- La técnica adecuada. Involucrar sólo aquellos músculos que queremos entrenar y no “hacernos trampas a nosotros mismos” moviendo kilajes con músculos que no tienen nada que ver con nuestros objetivos; y
- Trabajar el equilibrio muscular, tanto entre agonistas y antagonistas, como entre la parte superior e inferior del cuerpo.
Frente a los traumatismos, no tenemos un remedio especial pero en cuanto a los microtraumas repetidos, es decir, a las sobrecargas, debemos tener en cuenta todo lo anterior. Es una garantía que nos aleja del dolor en el hombro y del peligro de lesión en una zona tan delicada.
Tratamiento de lesiones
En cuanto al tratamiento de estas lesiones, hay muchas formas de abordarlo. En las tendinitis crónicas, adherencias, fibrosis o cicatrices la técnica de Cyriax es idónea.
Se trata de una fricción profunda e intensa hasta el límite del umbral del dolor, que reactiva los mecanismos de curación y reordena los tejidos mal curados.
Los bombeos fasciales, la libración miofascial y la relajación post-isométrica tienen mecanismos de actuación similares, moviendo líquidos, reordenando fibras y mejorando la elasticidad músculoesquelética.
Las movilizaciones rompen adherencias y hacen más elásticos los músculos y sus envolturas. Las movilizaciones se realizan a nivel de los micromovimientos que dan mucha libertad al rango articular global por el desbloqueo casi microscópico.
La técnica de Jones, hace un «reset» del equilibrio de fuerzas musculares alrededor de la articulación. Parte de los objetivos de esta técnica son reequilibrar la musculatura, recentrar la articulación y ajustar muy finamente, la neurología de la sensibilidad y los reflejos.
Finalmente en cuanto a la dieta, evitar las acidosis y decantarse por una dieta alcalinizante. ¿Cuántas tendinitis se han curado haciendo una depuración de los metabolitos del exceso de proteínas? De vez en cuando, una dieta depurativa, restablece el buen estado del aparato locomotor y nos libera del dolor.